La Red de Acción en Plaguicidas instauró el 3 de diciembre para conmemorar el Día Internacional Contra el Uso de los Plaguicidas esto, después de que el mismo día, pero de 1984 murieran cerca de 16 mil personas y otras 50 mil resultaran con afectaciones graves después de que en la planta Unión Carbide, en Bhopal, India, se presentara un accidente en el que se escaparon gases tóxicos utilizados en la fabricación de plaguicidas.
Si bien la invención de los plaguicidas se remonta al siglo XIX, su uso se incrementó durante la década de 1960 cuando se inició la llamada Revolución Verde, cuya finalidad era incrementar la productividad de los granos de consumo más importantes en el mundo, entre ellos, el maíz. Para ello, la Fundación Rockefeller inició programas y convenios de colaboración con el gobierno mexicano para capacitar cuadros humanos para el mejoramiento del suelo, la introducción de novedosas variedades de semillas, el control de plagas y el uso de maquinaria agrícola (Gil & Vivar, 2015)
Esta agricultura industrializada, más enfocada en la producción de mercancías agrícolas que en la producción de valores de uso que sacien el hambre de las comunidades rurales e indígenas, está basada en la instalación de enormes monocultivos de miles de hectáreas de extensión, en nuestro estado, dos son los ejemplos: el monocultivo de aguacate y el monocultivo de berries, principalmente fresa, arándano y frambuesa.
A pesar de que esta agricultura incrementó la productividad del campo mexicano, también ha significado diversas afectaciones de carácter ambiental y a la salud de las y los jornaleros agrícolas que son quienes se hacen cargo de la aplicación de estos agrotóxicos.
La peligrosidad de los plaguicidas reside en dos aspectos. Por un lado, la persistencia de su acción en el ambiente y, por otro, la toxicidad. Hay plaguicidas cuya persistencia no es mucha, pero hay otros, como el DDT, cuya persistencia es de menos de veinte años, por lo que se prohibió su aplicación. En cuando a la toxicidad, los plaguicidas organoclorados son menos tóxicos que los plaguicidas organofosforados, pero tienen una elevada persistencia en el ambiente (Seefoó, 1989) lo que puede dar lugar a bioacumulación y posteriormente enfermedades.
En términos de salud, en el estado de Michoacán, el uso de plaguicidas produce diversas afectaciones en la población jornalera, pero también en las poblaciones cercanas a los monocultivos. Muchos de los plaguicidas utilizados en el agronegocio son rociados a través de bombas, a través del sistema de irrigación o a través de fumigaciones aéreas con avionetas por lo que muchas veces los plaguicidas terminan en otros lugares y en otros cuerpos y no únicamente en las huertas.
La bioacumulación de plaguicidas en el cuerpo puede llegar a producir diversas enfermedades crónico degenerativas como cáncer, lupus, malformaciones congénitas, infertilidad masculina y femenina, entre otras.
A ello, hay que agregar que, en la mayoría de las ocasiones, las y los jornaleros no son capacitados para la aplicación de los agroquímicos y tampoco cuentan con la ropa y los instrumentos (guantes, gafas) necesarios para su labor, por lo que se llegan a presentar intoxicaciones, esto, a pesar de que la Norma Oficial Mexicana 003 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social señala como una de las obligaciones del patrón:
Proporcionar cuando menos al personal ocupacionalmente expuesto el equipo de protección personal establecido en la etiqueta u hoja de datos de seguridad, asegurarse de su uso correcto y mantenerlo en condiciones de funcionamiento seguro, incluyendo el lavado de ropa de trabajo al término de cada jornada, en el propio centro de trabajo.
Aun así, a nivel mundial son las y los jornaleros, hombres, mujeres y niños del Sur Global quienes padecen las intoxicaciones de esta agricultura industrializada cuyas mercancías son para el disfrute de los países del Norte Global o del llamado primer mundo.
En México, según información proporcionada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2022) en su portal de internet, en 2020 se presentaron un total de 2, 049 personas intoxicadas por el uso de plaguicidas de los cuales 1, 376 eran hombres y 673 mujeres. Los estados que presentaron mayor número de intoxicados durante ese mismo año fueron:
No. | Estado | Hombres | Mujeres | Total |
1 | Jalisco | 214 | 115 | 329 |
2 | Chiapas | 134 | 42 | 176 |
3 | Guerrero | 100 | 62 | 162 |
4 | Michoacán | 99 | 51 | 150 |
Las intoxicaciones van de la mano de la violación de los derechos laborales de los y las jornaleras. De acuerdo con la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, en su informe de 2019, uno de los problemas es que los patrones se niegan a asegurar a los y las jornaleras, pero también se debe a que las dependencias federales con injerencia en el tema no han realizado campañas para promover la afiliación de la población jornalera al IMSS (Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, 2019).
En términos ambientales el uso de plaguicidas se traduce en contaminación de suelos y cuerpos de agua. En 2019, Patricia Ávila y Josefina Vivar, investigadoras del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México señalaron que, en el lago de Chapala, se han encontrado elevados niveles de contaminación por metales pesados y compuestos organoclorados, estos últimos provenientes de la actividad agroindustrial cuenca arriba lo que pone en peligro el equilibrio ecosistémico del lago (Ávila & Vivar, 2019).
Como señala Vandana Shiva, la tecnología diseñada para incrementar la productividad de la tierra también demostró ser una tecnología muy eficaz para empobrecerla y destruirla (Shiva, 1997). Si bien la Revolución Verde incrementó la capacidad productiva del campo mexicano es altamente cuestionable que esto se haya traducido en una eliminación del hambre y en un incremento del bienestar de las comunidades indígenas y rurales.
El 3 de diciembre es un buen momento para cuestionar el modelo agroalimentario hegemónico en aras de pensar la necesidad de una urgente transición agroecológica por la salud de los cuerpos y de los territorios.
Bibliografía
Ávila, P., & Vivar, J. (2019). Contaminación y silencio en el lago de Chapala. La Jornada del Campo, 16.
Gil, J., & Vivar, A. (2015). Políticas agrarias y diferenciación productiva en una comunidad de la Ciénega de Michoacán. En T. Aguilar, J. Gil, & E. Santiago, Configuración territorial en la Ciénega de Michoacán (págs. 147- 167). Sahuayo: Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán.
Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas. (2019). Violación de derechos de las y los jornaleros agrícolas. Primer informe. Ciudad de México: Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas.
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. (23 de 11 de 2022). SEMARNAT. Obtenido de Gobierno de México: http://dgeiawf.semarnat.gob.mx:8080/ibi_apps/WFServlet?IBIF_ex=D1_SAMBIENTAL04_01&IBIC_user=dgeia_mce&IBIC_pass=dgeia_mce&NOMBREENTIDAD=*&NOMBREANIO=*
Seefoó, L. (1989). Los plaguicidas agrícolas en Zamora: ¿un mal necesario? Relaciones, 107- 145.
Shiva, V. (1997). Los monocultivos de la mente. Monterrey: Universidad Autónoma de Nuevo León.