El baloncesto es un deporte dinámico y hermoso. Y para que sea justa la contienda por cada equipo deben participar cinco jugadores. Existe un desequilibrio en el juego cuando un equipo nada más cuenta con cuatro jugadores, pero cuando un equipo solo tiene un jugador, por bueno que sea, las posibilidades competitivas son nulas.
En el juego entre la conservación de los bosques y la expansión de las huertas aguacateras pasa lo mismo, juegan cinco contra uno, solo que las consecuencias de la derrota para los bosques son catastróficas para todos, incluidos los aguacateros.
Los datos que nos han proporcionado académicos, silvicultores y propietarios de viveros comerciales indican que en este año el total aproximado de árboles para reforestación producidos en el ámbito privado y por el gubernamental alcanzaría los 8 millones de plantas, incluyendo aquí el millón 200 mil anunciado por el gobierno de Michoacán.
Estas son las existencias reales con las que se emprende la reforestación y recuperación de bosques estatales. Pero la sorpresa, ya ni tan sorpresa, es que, del otro lado, la de los plantadores de huertas, las existencias de planta de aguacate en los viveros, distribuidos por todo el estado, suman una cantidad aproximada de 40 millones.
En este partido singular entre reforestación de bosques y plantaciones de aguacate el equipo de los aguacates está jugando 5 contra 1. En la cancha, pues, hay más recursos y más ánimo del lado de las huertas que del lado de la reforestación.
El desequilibrio de este juego se pronuncia si valoramos los siguientes datos: la temporada de incendios forestales en Michoacán en 2023, según datos oficiales, dejó 18 mil 847 hectáreas dañadas, mismas que deberán ser reforestadas. Cada hectárea requerirá, según recomendaciones técnicas, de 1110 plantas, es decir, 20 millones 920 mil 170 para cubrir esas 18 mil hectáreas. La limitante es que sólo se cuenta con una reserva de 8 millones. El déficit, será de más de 12 millones, y sólo si el gobierno y los particulares compraran todas las existencias de los viveros particulares y las plantaran en esta temporada.
En contraste quienes tienen el entusiasta propósito ecocida de hacer cambio de uso de suelo y plantar huertas aguacateras tienen por su cuenta una reserva desbordada de 40 millones de árboles que podrán comprar sin temor a la escases. Y les alcanzará para mucho porque por cada hectárea se plantan alrededor de 145 de estos frutales. Es decir, les alcanzaría para 275 mil hectáreas, otro tanto de las que ya existen en el estado.
Este año fue particularmente sufrido para quienes tienen la convicción y el empeño para reforestar porque las instituciones públicas encargadas de producir los árboles para tal fin sufrieron la guillotina presupuestal a niveles extremos. Hubo poquísimo árboles para la reforestación, en muchos casos los ciudadanos tuvieron que adquirirlos en los viveros comerciales.
Para atender los rezagos de reforestación de este año y los de por lo menos los últimos tres años anteriores el gobierno federal y el estatal deben, para que sean congruentes con sus políticas ambientales, forestales y de combate al cambio climático, incrementar la inversión por lo menos 30 veces.
Y para que el partido sea parejo el árbitro debe intervenir con la tarjeta roja en los viveros que producen aguacate. La razón es precisa: si la mayoría de los cambios de uso de suelo se hacen para el cultivo aguacatero ilegal, la planta que ahí se produce irá, como está ocurriendo desde hace 25 años, a los predios quemados y talados ilegalmente.
Es imprescindible el control y regulación en la producción de la planta aguacatera. El gobierno y la sociedad debemos saber cuál es el destino de cada árbol. No puede permitirse, más que al costo de una sanción ejemplar, que una planta de aguacate llegue a un predio para cambio de uso de suelo.
La gravedad del desequilibrio ambiental que se ha ocasionado en nuestro estado con la omisión, la permisividad y la impunidad por la deforestación y el cambio de uso de suelo, debe parar. Y una de las tantas medidas que deben aplicarse, como la regulación de las miles de hoyas de agua, el cumplimiento al capítulo 24 del Tmec en materia ambiental, es también la regulación de la producción de planta aguacatera en los viveros comerciales.
Los datos referidos a la producción para la reforestación y para la producción aguacatera, y los recursos que para una y otra se invierten, ponen en evidencia la fragilidad de la política ambiental. En verdad que estamos jugando este partido con un solo jugador mientras que del otro cuentan con cinco, y cuentan además con la distracción del árbitro. ¿Qué puede salir mal?