En la Mesa de Seguridad Ambiental que sesionó el pasado viernes 20 de octubre en Madero, en la comunidad de San Pedro, se formuló una propuesta para atender el daño ecológico que por años ha ocasionado la expansión aguacatera, la tala ilegal y de manera reciente el próspero negocio de las frutillas y el mezcal.
El cambio de uso de suelo que hasta ahora ha adquirido la condición de irreversible, como en la mayoría de los bosques michoacanos, ha dejado una secuela de eventos adversos para los ecosistemas en los que habitan más de 40 mil pobladores de los municipios de Madero, Nocupétaro y Carácuaro.
El arrasamiento de las superficies arboladas, que ha sido la condición regular para establecer cultivos aguacateros, ha venido acompañado con la instalación de hoyas para capturar el agua de ríos, arroyos y escorrentías, afectando la flora y la fauna de tierras abajo y provocando una crisis de acceso al agua de la población.
Este fenómeno, contrario a los criterios de sostenibilidad, sin embargo, hace tiempo dejó de tener efectos focalizados para impactar a toda la microcuenca del río Curucupatzeo, que es el don de los tres municipios que son beneficiarios de su biodiversidad.
Por ejemplo, el agua que se queda en las 734 hoyas construidas en las tierras altas para regar las plantaciones hiper demandantes de ella, ha ocasionado la merma dramática de los caudales que alimentan al rio Curucupatzeo de los cuales se alimentan los cultivos tradicionales de maíz y frijol y los hatos ganaderos que son el sustento miles de familias.
Sin que lo sepamos con precisión, porque no existe un sistema institucional que permita identificar en qué momento una región o una microcuenca ha rebasado los límites de la sostenibilidad, inferimos por las evidencias empíricas, que dicho equilibrio se rompió hace alrededor de 10 años, cuando el agua comenzó a faltar en los hogares de la microcuenca.
La crisis ambiental que vive Madero, el municipio en donde nace el Curucupatzeo, sufre diversos fenómenos relacionados con las actividades productivas que el ser humano práctica sin reconocer límites legales ni éticos.
Hasta ahora se venían señalando problemas como el cambio de uso de suelo, los incendios provocados, la tala ilegal, la construcción de hoyas, los cañones antigranizo o el uso de plaguicidas sin control, como fenómenos separados con efectos negativos para cada localidad, cuando en realidad sus consecuencias van más allá de una zona y afectan a toda la microcuenca y también forman parte de la aportación regional al cambio climático global.
Por estas razones es que la Mesa de Seguridad Ambiental instalada en San Pedro a solicitud de los defensores ambientales de Madero, conoció la propuesta de lo que podría ser un plan para atender la remediación, la conservación y la revitalización de la microcuenca del Curucupatzeo.
La intención de construir un plan semejante es para recuperar la microcuenca como fuente de vida para los tres municipios indicados, y desde luego, para proteger la vida biológica como componente esencial para que también exista la vida humana, la que deberá ajustarse a un equilibrio ambiental virtuoso; en el que ejemplos de producción sostenible como el de los resineros, que son garantía de cuidado permanente de los bosques, debieran merecer el apoyo gubernamental para que sus ingresos por dignos y estimulantes sean garantes del cuidado ambiental.
La propuesta de un Plan de Remediación y Conservación de la Microcuenca del Curucupatzeo supondría un enfoque centrado en los valores ambientales, de tal suerte que sea integral y eficiente, y que podrá atender de manera sincrónica la declaratoria de Sequía Extrema hecha por el gobierno de Michoacán. La propuesta, en su horizonte temporal, va más allá de una administración, y por supuesto, está más allá de cualquier ideología; supone que la naturaleza tiene valor por sí misma.
La construcción y operación de un Plan así supone la concurrencia de las tres esferas de gobierno, la ciudadanía de los municipios involucrados y la colaboración de instituciones de educación superior competentes. Deberá ser un Plan que precise la aplicación del estado de derecho, fundado en el diálogo para la gobernanza ambiental, la seguridad para todos, la protección de los derechos humanos de los ambientalistas, el combate a la corrupción, la inversión de recursos, la educación ambiental, el uso de tecnologías concordantes con el desarrollo sostenible, la certificación ambiental de la producción aguacatera, y, garantizar el acceso al agua de los habitantes de Madero, Nocupétaro y Carácuaro.
La propuesta está en las manos de las instituciones federales y estatales que la han visto con buenos ojos. Desde ahora los ambientalistas de Madero y los que se sumen, estaremos solicitando que el proceso de diseño del Plan inicie, y de manera inmediata se tomen medidas urgentes ahora para detener el cambio de uso de suelo y para que se regulen las hoyas de agua.
Suele decirse que la esperanza muere cuando deja de haber luchadores de esperanzas. En el caso del Curucupatzeo, en donde la población está contra las cuerdas, no queda de otra: tiene que haber esperanza y lucha para evitar que se desplome la vida.