“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, expresó en Charo el Jesús de Nazaret antes de expirar, para redimir al hombre de sus pecados y en nuestros tiempos, darnos la oportunidad de renovar nuestro compromiso de amor, solidaridad y perdón, en una representación que estremeció y tocó los corazones de más de cinco mil charenses y turistas que se dieron cita en el atrio de la parroquia de San Miguel Arcángel, de Charo, convertida en el Gólgota donde el nazareno fue crucificado.
A cargo de unos 150 actores del Grupo de Semana Santa, la representación de la Pasión de Cristo cumplió en Charo una tradición de 85 años y en esta ocasión, bajo la responsabilidad del director Rubén Hernández Alvarado, de manera coordinada con el párroco de San Miguel Arcángel, José Luis Miguel Ávila, así como del respaldo de las autoridades municipales y el apoyo económico de los diferentes grupos, asociaciones y migrantes que desde los Estados Unidos apoyan durante la Semana Santa.
“Es una forma de transmitir un mensaje de amor y llegar al corazón de quienes presencian la Pasión de Cristo”, comentó previamente Jairo Salguero, el Jesús de Nazaret de Charo, y vaya que los jóvenes, niños y adultos llegaron al corazón de los cientos de charenses y turistas que este Viernes Santo acudieron a la parroquia de San Miguel Arcángel para presenciar el juicio, sentencia y crucifixión del Hijo de Dios.
Con mucho orden, gracias a la excelente organización del Grupo de Semana Santa de Charo, se desarrolló la Pasión de Jesús en este municipio conurbado con la capital michoacana, que hizo honor a una tradición de 85 años, durante los cuales la representación del Vía Crucis se ha convertido en uno de los favoritos del turismo estatal y nacional que visita al municipio, donde se instalaron cuatro puestos de Protección Civil, una camioneta para obsequiar agua e hidratar a los cientos de visitantes, además de contar con un dispositivo de seguridad que evitó tráfico, aglomeraciones y cualquier accidente.
Luego de ser apresado una noche antes, después de la Última Cena con sus discípulos -también en una excelente representación que congregó a cientos de charenses- el nazareno fue conducido ante Poncio Pilato y luego ante el festivo Herodes, quien lo regresó ante el Prefecto de Roma, que ante la aclamación popular, lo mandó azotar primero y después a crucificar junto a los ladrones Dimas y Gestas, tras liberar a Barrabás.
Camino al Gólgota, donde Jesús pidió al Padre perdón “porque no saben lo que hacen”, fue reconfortado por su madre la Virgen María y mientras era azotado por los soldados romanos, recibió la ayuda de Simón de Cirinea, El Cirineo, a quien se encontró en el camino y quien dejó sus leños para cargar la pesada cruz de Jesús, en recorrido que en Charo se realizó por las calles Emiliano Zapata, Benito Juárez y la Avenida Morelos, acompañados de una respetuosa multitud y con rezos encabezados por el padre José Luis Miguel Ávila, hasta retornar al atrio de la parroquia de San Miguel Arcángel, donde Jesús fue crucificado y en donde entregó su vida para salvar a la humanidad, en una muestra de amor.