El funesto y desolador panorama que ha desatado la pandemia del coronavirus en el país, también ha impacto al campo en Michoacán, reconocen campesinos del valle de Tarímbaro.
Ellos, los labriegos, al igual que el personal médico, de enfermería y especialistas del sector salud, son quienes están en los frentes de batalla abiertos tras la declaratoria de emergencia sanitaria que desató el Covid-19. Los primeros permanecen en los surcos en jornadas de sol a sol para evitar la escasez de alimentos entre la sociedad; y los segundos, en las clínicas salvado vidas…
A decir de los hombres y mujeres del campo entrevistados en la comunidad El Colegio, el distanciamiento social que generó el letal virus entre la ciudadanía, desplomó sus ventas y provocó la pérdida de una parte importante de las cosechas.
Carlos Enrique Chávez García, estudiante del cuarto semestre de bachilleres, refiere que junto a sus padres –Israel Chávez y Juana García- así como sus seis hermanos, no han parado las labores en las tierras de cultivo.
“Lechuga italiana, coliflor, calabacita, repollo, acelgas, espinacas, cebolla y todo tipo de verduras se producen en estas tierras”, afirmó en entrevista.
Reconoció que la venta de productos perecederos se ha desplomado drásticamente como consecuencia del cierre de establecimientos con venta de alimentos, hoteles y otros comercios.
El distanciamiento social, dijo, trajo como consecuencia que quienes viven de este noble esfuerzo sufrieran una baja hasta del 50 por ciento en las ventas, pero confía que al iniciar la curva decreciente de la pandemia la situación se normalice y el consumo se estabilice.
Chávez García, quien a raíz de la emergencia sanitaria obligadamente dejo las aulas y se enfocó en ayudar a sus padres en la tierra en la que hoy cosechan calabacitas, mencionó que muchos campesinos han tenido que barbechar cultivos o destinarlos al consumo de animales de trabajo debido a que no hay mercado de consumo y en la Central de Abastos de la capital michoacana no les han aceptado la producción.
El mercado Solidaridad, también ubicado en Morelia, donde gran parte de los productores del valle Tarímbaro comercializan sus cultivos, es otro sitio en el que las ventas cayeron, coincide Adrián Flores, quien junto a dos trabajadores limpia de maleza los surcos para lograr mantener la calidad de su cosecha.
Para Antonio Flores, productor de cilantro, verdolagas y lechuga, el panorama es aún más desalentador, pues depende de intermediarios para comercializar sus productos…
“Las ventas están por los suelos”, afirmó.
Jefe de familia y único sostén de su casa, hizo un llamado a las autoridades a voltear los ojos al campo “y ojalá nos echen la mano, porque de lo contrario, no sé qué vamos hacer…”.
Y agrega: “Necesitamos vender para alimentar a nuestras familias. Los revendedores, nos castigan mucho”.
En ese sentido, Rodrigo Flores otro campesino de la comunidad El Colegio dedicado a la producción de verdolagas, sostiene que los “coyotes” venden todo más caro, llevándose una mayor utilidad y sin arriesgar en la producción.
“Aquí la mayoría de las familias se dedican al campo, o siembran o cuidan los cultivos y si no hay trabajo, consumo y las ventas caen, pues todos debemos apretarnos el cinturón…”.
“Verdaderamente, la gente está espantada con eso del Covid-19 y se guardó”, exclamó Rodrigo, quien confía en un pronto retorno a la normalidad y exhorta a la ciudadanía a cuidarse y alimentarse bien, con productos frescos del campo.
Ausencio Alvarado Vázquez, productor de lechuga en la comunidad El Colegio refiere que “los mayoristas difícilmente van a las comunidades a comprar los productos, todo lo quieren allá en Morelia, con lo que abaratan sus costos de traslado”.
La familia del campo, agrega el entrevistado, “somos un grupo de personas que le echamos ganas, que sabemos hacer las cosas para sacar lo mejor de la tierra”, pero que apenas sacan para comer.
Guadalupe Pérez, junto a sus sobrinos y su hermana, cortan ejotes, mientras el tío de ambas retira maleza de una porción de terreno en la que también sembraron betabel…
Además de las tareas en casa, estas mujeres campesinas le entran con energía a la tarea en los surcos…
Lupita quien aparenta apenas unos 23 años de edad, refiere la misma historia de los hombres del campo: “las ventas son bajas y los precios también” y ejemplificó, “el kilo de ejotes estaba antes de la pandemia en 20 pesos, luego cayó a 14, a ver hasta cuanto llega”.
Confía que su producción de repollo que sale en un mes, alcance un mejor precio y con ello logren sortear las dificultades económicas que ha generado la pandemia del coronavirus.
Si no hay precio, ni mercado, sostiene “se perderá la producción, la dejaremos ahí o se recurrirá al barbecho”.
Maximiliano Ezequiel Vázquez Bejarano, quien junto a su familia atiende “Verduras Beto” en la Central de Abastos de la capital michoacana y quien movilizaba un embarque de acelgas y betabel de Tarímbaro a su establecimiento, también calificó la emergencia sanitaria como desastrosa en términos económicos, pues “las ventas han bajado mucho”.
Despensas frescas
La propuesta del regidor Fernando Yáñez Santoyo de integrar “Despensas Frescas” que contribuyan a atender la insuficiencia alimentaria que enfrentan miles de familias tarimbarenses, no ha encontrado eco, no obstante que la estrategia permitiría paralelamente “reactivar la economía del campo”.
Para hombres y mujeres que dedican su vida al agro como Carlos Enrique Chávez García, Maximiliano Ezequiel Vázquez Bejarano, Adrián Flores, Guadalupe Pérez, Ausencio Alvarado Vázquez, Rodrigo Flores y Antonio Flores, la iniciativa “es buena” y permitiría a los labriegos “no solo acomodar sus cosechas, sino mantener el pago por jornales”.
Yáñez Santoyo, a quien Encuentro de Michoacán detectó adquiriendo legumbres en diversas parcelas de la comunidad El Colegio, en entrevista dijo que “la iniciativa le ha gustado a la gente”, pero lamentablemente la compra e integración de despensas “la realizo con recursos propios, y no traemos muchos, pero aquí estamos, entrándole…”.
Cuestionado sobre el millón de pesos que se aprobó en sesión de cabildo al presidente municipal de Tarímbaro, Baltazar Gaona Sánchez, para que se atendieran acciones de la emergencia sanitaria por Covid-19, el consejal del Ayuntamiento refirió que el fondo quedó “abierto a que el alcalde, cuando él lo decidiera, hiciera la inversión…”.
Sin embargo, “uno es hombre de acción y no se puede esperar a los tiempos de otras personas; uno hace las cosas de corazón”, dijo al tiempo que lamentó que “esa parte de la burocracia, ha sido un lastre para todo el país, la gente no puede esperar, la gente está desesperada y desempleada”.
Consideró que como siempre, la ciudadanía no va a esperar a los políticos ni a las autoridades “se están haciendo las cosas, con ayuda o sin ayuda de las autoridades”. Pero es muy importante, “Presidente del país, gobernador y alcalde que activen programas de acciones para la alimentación de la gente”, fustigó.
Sin entrar en detalles sobre el número de despensas verdes que a cuenta propia ha repartido en colonias y comunidades tarimbarenses, el regidor recordó el municipio cuenta con 145 mil habitantes.
“Hasta hoy, nadie me ha dicho oye no quiero ese recurso, llévate tus verduras”, al contrario, la gente necesita que se le garantice la alimentación en esta pandemia, dijo.
Botón de muestra
Apenas el fin de semana el alcalde de Tarímbaro, Baltazar Gaona Sánchez había establecido el compromiso de aportar una cantidad similar por cada peso que las comunidades de migrantes para atender la contingencia sanitaria por el Coronavirus, “nuestros paisanos se pusieron las “pilas” y lograron recaudar más de 110 mil pesos”, reconoció el regidor Fernando Yáñez Santoyo.
Esto, apuntó, es ejemplo de la solidaridad y una muestra clara de que la ciudadanía “no va a esperar y hará las cosas con o sin ayuda de las autoridades”.
José Cedeño y Ricardo Plata, integrantes de las organizaciones de migrantes en la región, luego del compromiso del alcalde confiaron en que el alcalde cumpla su palabra de aportar lo ofrecido en apoyo a las familias que menos tienen y sufren los estragos económicos de la pandemia.
Sin embargo a casi dos semanas de que el Cabildo autorizó destinar un millón de pesos para la emergencia sanitaria, el Gobierno Municipal aun no define la forma en como se adquirirán y distribuirán las despensas entre la población.
Apoyos “recortados”
Con sus 80 años a cuestas, Julio Vázquez pone el dedo en la llaga: “Jamás he visto una ayuda de este Ayuntamiento…”.
Fuera del Procampo o Proagro, “no hay nada”, añade, “ya tiene más de un año que no recibimos nada. Nos dicen, vengan a inscribirse y no hay nada, dice don Julio, que este ciclo sembró maíz elotero.
Respecto a su opinión sobre la integración de “Despensas Frescas” para familias vulnerables, el campesino con décadas de experiencia entre los surcos, afirma “aquí no se han acercado los del Ayuntamiento…” y pregunta a su vecino milpero: ¿Verdad, tú? y este responde, “aquí no hay quien eche la mano, estamos a propio esfuerzo”.