PRIMERA PARTE
Cuando nos referimos al amor a la patria es necesario sustentarlo en una base de valores cívicos y mejor aún, si este soporte es de grado constitucional y educativo, estamos frente a un dualismo de obligatoriedad y derecho, tal y como lo señala el artículo tercero de nuestro máximo ordenamiento jurídico que consagra que toda persona tiene derecho a recibir educación. El Estado -como concepto y contexto que involucra a la Federación conformada por las Entidades, la Ciudad de México y los Municipios que integran nuestro país-, impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior.
La educación preescolar, primaria y secundaria, conforman la educación básica; ésta, es decir, los tres grados anteriores y la educación media superior, serán obligatorias; sin embargo, la educación superior lo será también, pero en términos de la fracción X del mismo artículo tercero que establece tanto que corresponde al Estado, como que las autoridades locales y federales establecerán las políticas adecuadas para tal efecto.
Para darle soporte a la propuesta constitucional, nuestra Carta Magna precisa que la educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él a la vez, el amor a la Patria y el respeto a los derechos humanos entre otros importantes dogmas.
Finalmente considera que contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todas las personas.
El patriotismo es una manifestación de respeto hacia la tierra donde se ha nacido y se embebe de emociones que nos hacen sentir orgullo y notoria presunción por nuestro lugar de origen, el cual, ocasionalmente se demuestra con la portación de distintivos alusivos a él; verbigracia, son los atuendos utilizados en las celebraciones mexicanas más comunes como las fiestas patrias, efemérides destacadas u otras gestas nacionales.
Cuando escuchamos el himno nacional mexicano en un acto oficial, en un encuentro deportivo, en un evento mundial, o bien cuando observamos ondear nuestro lábaro patrio en un plantel escolar, en una explanada pública o en una institución gubernamental, habitualmente se genera en nosotros un sentimiento interior que nos vincula de manera afectiva con la multilingüe República Mexicana, ya sea con su cultura, con sus tradiciones o con su pasado histórico.
Durante gran parte de mi vida he escuchado diversas aproximaciones conceptuales respecto a la palabra patriotismo y la mayoría coincide en que “amor a la patria” es la más común; incluso, versiones antiguas y contemporáneas de textos de civismo sostienen definiciones análogas que, según sus autores, el patriotismo emana del sentimiento intrínseco del patriota, pero arraigado bajo el contexto del lugar de nacimiento, es decir, “amor a la tierra natal”.
Manolo Nova refiere en uno de sus textos, que el patriotismo es un sentimiento de amor que se lleva no en el bolsillo, sino en el corazón, y que vincula a los seres humanos con su país natal o adoptivo al cual se enlazan a través de la ley, de la cultura, del idioma, de la religión, de la historia, de la geografía y de los valores humanos que cultivan en cuanto sociedad.
En relación a la cultura literaria, una de las distintas formas de expresión que existen, es la poesía versada –oda, copla, poema, décima, etcétera- la cual será parte fundamental en la inteligencia de que posee una significativa carga didáctica, impregnada de valores y amor a la historia, a la propia literatura y a la patria misma.
El amor nace y se forja en uno mismo, es discreto y religiosamente encierra, un sublime y venerado patriotismo, generosamente leal por nuestra tierra.
Efusivos celebramos la victoria, de una tierra insigne y con agallas, que a través de una larga trayectoria, hoy es México de épicas batallas… Es cuanto.