Santa Ana Maya, pueblo fantasma que busca resucitar de la covid

Se percibe cierta recuperación, “no mucha, pero ya dejándonos trabajar es bueno”, en esta tercera ola no se ha avisado de un nuevo cierre de negocios.

La crisis sanitaria por la pandemia derivada de covid-19, que se ha alargado por casi un año y medio está asfixiando la actividad comercial en Santa Ana Maya. En opinión de locatarios del Mercado Revolución local, con la llegada de la pandemia, esta cabecera se transformó en un pueblo fantasma, que busca “resucitar”.

Juanita y Estefany administran el negocio de comida que su madre les dejó al morir hace poco, de acuerdo con Juanita la  situación económica es “un poco complicada” a causa de la pandemia, “de inicio como que fue un cierre total para la gente”, que se espantó bastante y encerró en sus casas; “todo se vino abajo; nuestras ventas dependen de la gente que viene de afuera o va de pasada hacia Acámbaro, Guanajuato”, por la pandemia mucha gente dejó de venir a Texti-Cuitzeo y entonces deja de venir para acá, mientras que la gente de aquí ni salía.

“Parecía muerto el pueblo, a las 9 de la noche no había gente en las calles, y en la mañana era igual”, añade Estefany. Sin embargo, Juanita considera que el momento más complicado es ahora, pues se invierte solamente para “sacar” el día siguiente, ya que “ganancias, créame que no estamos teniendo”, a pesar de que trabajan de las 7:00 a.m. hasta las 9:00 p.m. los 7 días de la semana, en espera de alguna venta extra, si no llega “no podemos quejarnos, pues es la voluntad de Dios”, sostiene.  Su hermana agrega que como está la situación no es recomendable descansar; si de repente no abren, “es porque necesitamos el día para atender algún imprevisto”, indicó.

Ambas han estado aquí desde pequeñas. Su mamá vendía tortillas y pollo rostizado, “nos tenía jugando abajo de la barra, conforme crecieron les tocó ayudarle, “después empezó a vender menudo y caldo de pollo, y de repente ¡pum!, se hizo el local más grande”, a un mes de que faltó su madre, que “siempre fue trabajadora”, aun se siente el dolor más grande que puede experimentar una persona, señala Juanita al borde del llanto.

Estefany apuntó que es por su madre que le están echando ganas para levantar el negocio, “ahora sí que, como ella nos dijo: cuídenlo, porque es el patrimonio, es lo que tenemos, así que le vamos a echar muchas ganas”, además la situación está complicada, aunque reconoce que es así para todos, “la economía de este pueblo depende mucho del comercio, si se cierran tiendas y negocios se viene todo abajo”.

Santa Ana Maya no es un pueblo turístico; la gente solo viene cuando hay fiesta, hay 2 al año, una en febrero y otra en julio, “son 10 días durante los cuales se vende muy bien”, también está la cuaresma, Día de Muertos y Navidad, de ahí en más no hay nada, “el pueblo se queda tranquilo, y con la pandemia la gente no viene”, remata Estefany.  

En su local al exterior del mercado, Sergio Calderón ofrece a los marchantes chiles, botanas, moles semillas tostadas y abarrotes, “todo lo que no se echa a perder”. La pandemia nos ha afectado económicamente, “el año pasado, como al mes de que llegó el covid-19, paramos unos meses obligados por la pandemia, anduvimos rascándole aquí y allá, pero si nos fue mal”.

Ahora se percibe cierta recuperación, “no mucha, pero “ya dejándonos trabajar es bueno”, durante  la tercera ola de contagios no se les ha avisado de un nuevo cierre de negocios, aunque no descarta la posibilidad, “ahora estamos, pero quién sabe si de repente nos lleguen”. En tanto, don Sergio pide a sus paisanos que compren en su local, “así apoyan la actividad comercial y entre todos podemos levantar la economía, aquí les damos buenos precios”, estableció.

Don Salvador es propietario de una carnicería a la entrada del mercado, manifestó que las ventas del día iban “más o menos”, pero refunfuñó que toda la semana pasada “estuvo de la chingada”; de salud dijo no estar al cien, “pero estamos, mañana, quién sabe”.

De la pandemia se quejó que ha afectado mucho, principalmente en lo económico, lo cual adjudica   a la gente, que ha estado saliendo poco, la crisis se nota en que, “antes había salidas de autobuses cada rato a Morelia, en cambio, ahora nadie quiere ir”. Para él, la pandemia va disminuyendo, ya que, meses atrás la policía vigilaba los accesos al mercado, “ahora, ni eso, tal vez porque ya se va el presidente”, masculló.