La agricultura de Sinaloa –estado emblemático en producción comercial de maíz— es objeto de una transición agroecológica, con la participación de productores, científicos y técnicos de la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) del programa Producción para el Bienestar (PpB).
En una visita realizada a predios del productor Claudio Beltrán, en el ejido Canán del municipio de Culiacán, se constataron las prácticas de producción de semillas para autoconsumo y el uso de microorganismos y lixiviados para la producción comercial de maíz en 600 hectáreas con propósitos comerciales.
En la visita, encabezada por el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera, y por el secretario de Agricultura de Sinaloa, Jaime Montes, Claudio Beltrán explicó que el ciclo otoño/invierno 2021-22 es el tercero en el que desarrolla prácticas agroecológicas y ha logrado rentabilidad.
Precisó que realiza la producción de su semilla para el consumo en sus 600 hectáreas de riego, lo que le representa un costo de mil 500 pesos por hectárea (con uso de 1.8 bolsas de 23 o 25 kilos de semilla seleccionada y tratada) y contrasta con los nueve mil pesos o más que invertiría si empleara semillas híbridas procedentes de empresas trasnacionales.
Asimismo, tiene costos por realización de rastreos para incorporar soca de maíz y los que se deben hacer después de lluvias; también aplicación de amoniaco como base de sus fertilizantes orgánicos, que son 22 litros de microbiología y 300 kilos de silicio por hectárea, y tres riegos que involucran lixiviado de estiércol de vaca.
Menos costos, más rendimiento
Con estas prácticas agroecológicas, que son asesoradas siempre por técnicos de la EAT –y que implican el método de Agricultura Campesina de Conocimientos Integrados y Manejo Integrado de Cultivos Inducidos ACCI-MICI—, el productor tiene costos de 33 mil 109 pesos por hectárea, esto es, 15 mil 471 pesos menos respecto del costo de producir maíz en la zona con uso de semillas híbridas de marca, fertilizantes y herbicidas químicos, como el glifosato. Las cifras no incluyen renta de la tierra.
El rendimiento de maíz por hectárea es de 14.8 toneladas, según datos de la cosecha de otoño/invierno 2020-21, cifra superior a las 11 toneladas que se registran en la zona con agricultura dependiente de agroquímicos.
Claudio Beltrán destacó que cuenta con una biofábrica para producir los 18 microorganismos que utiliza para nutrir sus suelos y también tiene su propio módulo de producción de lixiviados, los cuales se elaboran con estiércol de vaca, agua, soca de maíz y un bioactivador (BioGeo, su marca comercial) que libera los minerales presentes y permite la oxigenación.
Su módulo de lixiviados, que da cabida a 125 toneladas de estiércol, representa un costo de 250 mil pesos, incluida la hechura de fosas, mangueras, el bioactivador, el acarreo del estiércol y la mano de obra, y sirve para las 600 hectáreas de maíz. El lixiviado entra a la tierra incorporado en los tres riegos que ha recibido el actual cultivo.
El subsecretario Víctor Suárez consideró que “si más agricultores se deciden a producir sus semillas para autoconsumo y lixiviados y microorganismos, reducirán significativamente sus costos de producción. El problema del modelo predominante de agricultura (dependiente de agroquímicos y demás insumos como la semilla) es que las ganancias se quedan en los proveedores de los insumos”.
Expresó que cada año la semilla y los agroquímicos suben de precio y cada vez más agricultores tienen que rentar sus tierras y se reduce el número con mucha superficie. “No queremos eso, queremos un campo sinaloense próspero, con muchos productores de pequeña y mediana escala que se beneficien, al igual que sus familias y comunidades”, agregó.
La agroecología es más exigente, pero reditúa en el bolsillo y la salud
Advirtió que la producción agroecológica “es más exigente en trabajo, conocimientos científicos y dedicación. Es más complicado que sólo ir a la tienda y comprar, ordenar y luego contratar a quien siembre, fumigue y coseche”.
Pero, “la agroecología retribuye en el bolsillo y, sobre todo, en la salud de los consumidores y en la de los suelos para que puedan estar produciendo hoy y los próximos 20, 50 o 100 años, porque si estamos heredando unas tierras de cultivo de las cuales hemos vivido, ni modo que dejemos a las generaciones futuras tierras envenenadas y muertas”, indicó.
Suárez Carrera destacó la importancia de que tanto los agricultores como el país cuenten con productos que ayuden a reducir la dependencia de los agroquímicos.
Dado el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, los fertilizantes se han encarecido y aunque termine la guerra los precios no van a bajar. Por ello, hay empresas extranjeras líderes de formulación de agroquímicos o de producción agropecuaria están dedicando inversiones en la elaboración de abonos orgánicos, para contrarrestar esta situación, señaló.
Jaime Montes resaltó la colaboración que existe entre las autoridades federales y estatales para impulsar la agricultura de Sinaloa.
Se busca apoyar a los productores de manera diferenciada, pues hay quienes tienen alto grado de desarrollo tecnológico y otros que son dependientes de temporal y a la vez resguardan los maíces nativos. “Pero en todos los casos hablamos de agricultura de precisión; la agroecología se basa en ciencia”, afirmó.
Michoacán impulsa transición agroecológica
El Gobierno de Michoacán asignará a un técnico en cada uno de los 113 municipios que conforman la entidad para acompañar el programa denominado AgroSano, que de igual forma, busca transitar a una agroecología libre de agroquímicos y la recuperación de los suelos. AQUÍ MÁS INFORMACIÓN