No obstante que no ha llovido y les dejan regar solo una vez por semana, el maíz en el Ejido Chucándiro ya está “punteado” y la planta tiene una altura de 30 o 40 centímetros. Por ello, el Comisariado, Mario Herrera, implora “que venga el agua del cielo para que el maíz siga adelante”. En tanto, demanda la ayuda del gobierno para tecnificar el riego en esa zona,” pero que no sea un apoyo desnutrido”, que llegue con ganas y se vea que es apoyo, condiciona.
Refiere el dirigente ejidal que nunca había pegado tan feo una crisis, como ahora con la pandemia, con falta de abonos por su elevado costo, donde, además de las semillas y el diésel todo se fue por las nubes, “ocupamos que el gobierno voltee a ver el campo y nos eche la mano”, que ese apoyo se vea y se sienta.
Porque, añadió, desgraciadamente cuando llega el tiempo de la cosecha, baja el costo del maíz, y al mes o dos meses les toca comprarlo muy caro, y se ven obligados a venderlo, “además de que no tenemos donde almacenarlo”, venden el grano porque están endeudados y tienen que pagar, y para estar en condiciones de volver a sembrar.
Octavio Calderón, ejidatario de toda la vida coincide en pedir que se vea la ayuda oficial, “si no es al 100, por lo menos al 50 por ciento”, si va a venir un apoyo, que se vea en la tienda con los precios de los fertilizantes, donde además “nos piden un montón de requisitos, eso no es apoyo”, reprochó.
Recordó que antes los fertilizantes no estaban tan caros; un bulto de urea valía 200 o 300 pesos, ahora cuesta más de mil 300, además subió el costo del diésel, la gasolina, la semilla, y si se ocupa un trabajador, éste cobra muy caro.
Al gobernador Alfredo Ramírez o el presidente AMLO les pediría que ayuden al que más lo necesita, para que haya producción de alimentos en el país, porque “el que tiene dinero, ni modo que se coma los billetes”.
Don Jesús Morales les pediría ayuda con el costo de los abonos, “que se fueron muy arriba”, agregó que, antes costaba 10 mil pesos una tonelada de urea, ahorita vale 30 mil pesos, todo subió al triple, “ya no podemos más”.
Cuestionado, dijo poseer una hectárea y media de tierra ejidal, “se puede decir que es de medio riego, pero de qué sirve eso –cuestionó- si no tenemos agua para regar más seguido”.
De nuevo con el jefe del Comisariado, apuntó que los niveles de agua han bajado mucho, de ahí la escasez del elemento para uso agrícola; “de ahí se derivan también conflictos entre ejidatarios, por eso me gustaría pedir que nos ayuden a tecnificar aproximadamente 40 hectáreas, las que padecen más la escasez de agua, “que la petición llegue a donde tenga que llegar, esperamos que nos ayuden”, dijo optimista el Comisariado.
Pertenecen a este núcleo 72 ejidatarios, 150 posesionarios, 250 hectáreas de medio riego y alrededor de 3 mil en uso común, mismas que están ociosas, la falta de empleo y de apoyo al campo desencadenó ya un desplazamiento forzado, en este ejido hay tierras abandonadas por sus propietarios, quienes se fueron en busca del sueño americano.
Por ello, exhortó a los gobiernos, estatal y federal, para que volteen a ver esta tierra olvidada y que ostenta el segundo lugar en marginación a nivel estatal, incluso, en esta municipalidad existen ranchos donde no ha llegado el agua potable, “ocupamos apoyo, porque si a Chucándiro le da gripa, a las comunidades les da pulmonía”, señaló don Mario. “Pedirle al gobernador que nos ayude, que no se olvide de Chucándiro”, machacó al final.