Luego de haber revivido el mes pasado en todo su esplendor el fervor y pasión la fiesta patronal del milagroso Señor de Araró, después de dos años de limitaciones por la contingencia sanitaria de la COVID-19, los fieles de Araró alistan la salida de la Parroquia de San Buenaventura, en recorrido que iniciará este miércoles 29 de marzo y que este año sí tendrá posas y castillos, en tanto que los de Zinapécuaro preparan su recibimiento.
Se trata de un peregrinar centenario al que cada año se dan cita miles de fieles devotos de diferentes estados de la república y el extranjero, migrantes michoacanos que radican en el vecino país del norte, que se unen a la tradición en agradecimiento por milagros, más que favores recibidos.
Para esta edición 2023, será el peregrinar con la normalidad correspondiente y sin limitaciones sanitarias, lo contrario a dos años consecutivos en que la pandemia obligó al aislamiento, al encierro que poco a poco fue cediendo y es por ello que este año será con normalidad, con sus respectivas posas (descansos), pirotecnia y castillos.
Es de recordar que para esta ocasión será utilizada una réplica de la sagrada imagen, para evitar daños y deterioros al Señor de Araró que por varias décadas es venerada en su traslado de Araró a Zinapécuaro, con el agradecimiento por el migrante que llegó con bien a Estados Unidos, por el padre, la madre, el hermano enfermos, por el hijo concebido, porque el milagro fue hecho, con nuevas peticiones.
Al retomar la cuenta regresiva, será el miércoles 29 de marzo que a las 16:00 horas se llevará a cabo la misa y salida del Santuario en Araró, para el arribo a la Capilla de San Juan Bautista en Zinapécuaro, donde la imagen permanecerá durante la noche con rezos, cantos y danzas de sus fieles siempre agradecidos.
Para el día siguiente 30 de marzo, se oficiará misa a las 16:00 horas, y será la salida de la capilla de San Juan, para dirigirse hacia el Templo de la Santa Cruz, donde también pernoctará hasta las 4:00 de la tarde para dirigirse al panteón en el que se celebrará la Santa Misa a las 20:00 horas.
El mismo día tomará rumbo a la Parroquia de San Pedro y San Pablo, donde a su llegada se celebrará la Santa Misa, sitio en el que permanecerá hasta el día jueves de Ascensión, 18 de mayo, donde podrá seguir siendo venerada por sus fieles devotos.
Retomado de la página en redes sociales “Mitos y Leyendas Mexicanas, El Señor de Araró”, hace referencia a lo siguiente descrito tal cual:
Araró es un pueblo del estado de Michoacán, situado en el Municipio de Zinapécuaro. Su nombre completo es San Buenaventura de las Aguas Calientes de Araró. Este poblado es famoso, además de por aguas termales, porque en él se encuentra la imagen del Señor de Araró, cuya fiesta patronal se celebra el segundo viernes de cuaresma y el jueves de ascensión, cuyas fechas son variables.
La imagen es muy bella, hecha de tamaño natural y muy ligera, pues está elaborada con una pasta llamada tatzingueni: una mezcla de caña de maíz pulverizada a la que se agregan los bulbos de una orquídea conocida como tatziqui. Esta pasta fue empleada por los antiguos purépecha para labrar muchas de las imágenes de sus dioses originales.
En el siglo XVI, el obispo don Vasco de Quiroga, hizo que viniese a tierras michoacanas don Matías de la Cerda, para que aprendiese a realizar imágenes con dicha pasta, desconocida en España. Uno de sus descendientes, Luis de la Cerda, antes de comenzar a trabajar la pasta con la que daría vida a sus esculturas, se confesaba y rezaba para que todo saliese con esperaba, pues se trataba de un hombre muy devoto.
El Milagroso Señor de Araró
Hasta la fecha, el Señor de Araró sigue siendo muy venerado y querido. Una leyenda nos cuenta que a finales del siglo XIX, una joven muy bella que vivía en la Ciudad de Guanajuato, contrajo una enfermedad misteriosa que le empezó a carcomer la nariz.
La niña de nombre Consuelo, estaba próxima a casarse con el hijo de una de los más ricos mineros de la región. Ambos se amaban mucho; sin embargo, cuando Diego, el prometido, vio que su novia se iba quedando sin nariz, empezó a alejarse de la desgraciada Consuelo.
Ni que decir tiene que los padres de la chica trajeron a todos los médicos famosos del estado de Guanajuato con el fin de que curaran a su pequeña. Pero todo fue inútil.
Un cierto día, la tía María le dijo a la madre de Consuelo que en Araró existía una imagen de Jesucristo crucificado que era muy milagrosa, que llevase a la joven para que le pidiese un milagro que la salvara de su tragedia.
Decidida, la familia emprendió el viaje al santuario de Araró. Al llegar Consuelo se postró inmediatamente ante el Cristo, y le pidió con toda la fuerza que le dio su dolor que la curarse. Así pasó una semana. Regresaron a Guanajuato. Pasó otra semana más y Consuelo empezó a notar que su nariz se curaba y ahí donde había llagas brotaba carne nueva y sana.
Al mes, estaba completamente curada y Consuelo pudo casarse con Diego, quien vivió siempre agradecido al milagroso Señor de Araró. Desde entonces nunca faltaron a las misas de celebración del Cristo, y siempre se cuidaron de ayudar a los necesitados.