Nueva York, Estados Unidos.- El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, propuso al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, un Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar.
México, explicó, propondrá a la Asamblea General de las Naciones Unida una estrategia con el objetivo de garantizar el derecho a una vida digna a 750 millones de personas que hoy sobreviven con menos de dos dólares diarios.
La propuesta plantea crear un fondo con tres fuentes de financiamiento: El cobro de una contribución voluntaria anual del cuatro por ciento de sus fortunas a las mil personas más ricas del planeta; una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial; y una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrantes del Grupo de los 20.
De cumplir la meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares.
Los recursos de este fondo, precisó, deben llegar a los beneficiarios de manera directa, sin intermediación alguna. Como ya operan los programas del Bienestar en México; mediante una tarjeta o un monedero electrónico personalizado.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional podrían colaborar en la creación de la estructura requerida y desde el año próximo hacer un censo de los más pobres del mundo y, una vez definida la población objetivo, en cada país comenzar a dispersar los recursos para el otorgamiento de pensiones a adultos mayores, a niñas y niños con discapacidad, becas a estudiantes, apoyos a sembradores y a jóvenes que trabajen como aprendices en actividades productivas, así como hacer llegar vacunas y medicamentos gratuitos.
En su declaración, Andrés Manuel López Obrador hizo referencia a los programas del Bienestar que tiene como eje central: “primero los pobres” como estrategia integral para combatir la seguridad, la migración y la corrupción.
“Sería hipócrita ignorar que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones: la política, la moral, la económica, la legal, la fiscal y la financiera”.
Es necesario –dio- que el más relevante organismo de la comunidad internacional despierte de su letargo y salga de la rutina, del formalismo; que se reforme y que denuncie, combata la corrupción en el mundo, que luche contra la desigualdad y el malestar social que cunden en el planeta con más decisión, profundidad, con más protagonismo, con más liderazgo.
“Nunca en la historia de esta organización se ha hecho algo realmente sustancial en beneficio de los pobres, pero nunca es tarde para hacer justicia”.
La riqueza no es contagiosa
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que la pandemia de COVID-19 ha venido a aumentar las desigualdades para las personas más pobres y vulnerables del mundo, donde las hambrunas acechan a millones y nos encontramos en la mayor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial.
Al presentar la Nueva Agenda de Paz como parte del informe sobre Nuestra Agenda en Común, Guterres exhortó a la comunidad internacional a trabajar codo a codo y de manera solidaria, “como una única familia humana para abordar las raíces de los conflictos violentos, para crear y reforzar los lazos de confianza entre las personas que viven dentro de las mismas fronteras y con los gobiernos e instituciones que los representan”, dijo.
“Se necesitan políticas y leyes que protejan especialmente a los grupos vulnerables, en particular contra todas las formas de discriminación. Por último, se necesitan instituciones de seguridad reactivas y eficaces, que garanticen el Estado de Derecho, que tengan en cuenta las necesidades de todos. En lugar de levantar barreras, los gobiernos y las instituciones deben instaurar la confianza y estar al servicio de todos, sin distinción”, pidió.
Lamentó que la recuperación post COVID-19 se esté dando de manera tan asimétrica, empezando por la distribución de las vacunas: mientras los habitantes de los países más ricos están recibiendo la tercera dosis de refuerzo, en África sólo 5% de la población está vacunada; mientras que las economías más avanzadas del mundo están invirtiendo 28% de su Producto Interno Bruto en la recuperación, las más pobres apenas llegan al 1.8%.
“La riqueza no es contagiosa. La exclusión y las desigualdades de todo tipo, económicas, sociales y culturales, tienen un costo devastador en materia de seguridad. El aumento de la desigualdad es un factor de la creciente inestabilidad “, alertó.