Desde la oposición, Andrés Manuel fue el opositor más crítico del Gobierno; ahora que llegó a Palacio Nacional sigue siendo crítico, pero de todo aquello y todo aquel que no comparte sus ideas y propuestas. Se está con él o se está contra él, como él mismo lo dijo.
Es un presidente que, en sus homilías mañaneras, divide y polariza, secundado por sus fieles seguidores que lo siguen como borregos en pastoreo. Ahí están, por citar ejemplos domésticos, Alfredo Ramírez Bedolla, Ana Lilia Guillén, Raúl Morón, Víctor Baez y otros más que no legislan ni trabajan, pero se asumen como voceros que defienden hasta lo indefendible.
No importa que al presidente no le interese que se pierdan cientos de empleos por el impacto de la pandemia, ni que, sin ton ni son, haya cancelado programas estratégicos para apoyar a sectores productivos e incentivar la inversión. La borregada lo sigue.
En el campo, este año redujo el presupuesto en 35 mil millones de pesos; hace poco hizo otro recorte de 8 mil millones de pesos más, que le quito al sector agropecuario; ya no hay programa de Seguro contra Fenómenos Meteorológicos; tampoco apoyos para incentivar la infraestructura, equipamiento y maquinaría agrícola, pecuaria y pesquera.
¿No es suficiente? Le doy otros datos: canceló un Programa de Seguridad Alimentaria que se regía con reglas y normatividad de la FAO; su programa de fertilizante químico fue un fracaso… y así podríamos seguir enumerando tropiezos en un sector que es pilar para la economía del país.
Y ha ido más allá. Andrés Manuel es un presidente que las mañaneras sólo las ha utilizado para denostar, agredir, lastimar, ofender, mentir. En sus discursos ha criticado y descalificado a ingenieros, doctores y enfermeras, a empresarios, periodistas y los que se sumen. Qué bajo ha caído la investidura presidencial, la ha pisoteado.
Ahora, se quiere convertir en el guardián de las elecciones, cuando él debería ser el primero en garantizar imparcialidad y no meterse; pero no, Andrés Manuel es un presidente que vive en constante campaña, aún siendo presidente. Con sus declaraciones, ha insultado y retado al Instituto Nacional Electoral (INE). Con eso, no solamente puso en riesgo una de las instituciones garantes de la democracia, sino que ya puso en marcha el proceso electoral del 2021, fiel a su estilo. Se adelantó a los tiempos. La pandemia ya no importa; la prioridad, en su lógica, son los votos.
La Esperanza de México, se ha convertido en la Desesperanza de México… Ésta claro, que llegó a la presidencia para regalar dinero y mantener a personas manejables que estén de su lado de manera incondicional… Qué triste que haya liberado a Elba Esther Gordillo y tenga en su equipo a símbolos de la corrupción como Manuel Bartlett.
Qué triste, que lamentable… Urge en México un presidente…