En medio del caos que se vive actualmente en el mundo producto de las guerras, tanto mediáticas como económicas y las que directamente derraman sangre, los países tienden a blindarse, por si o en bloque, para satisfacer sus principales necesidades, que podríamos agruparlas en dos grandes pilares: la autosuficiencia energética y alimentaria.
El pasado 1º de julio el Gobierno de México ha retomado y dado un gran paso hacia la autosuficiencia energética con la puesta en marcha inicial de la refinería dos bocas en el municipio de Paraíso, Tabasco. Si bien, llevará un poco más de tiempo hasta ver sus principales frutos, se transita con firmeza en esa dirección. La autosuficiencia energética impacta directamente en el costo de los servicios y de la canasta básica.
Por otra parte, tiene el país que transitar hacia otra autosuficiencia; la autosuficiencia alimentaria que daría seguridad alimentaria a la población mexicana, en su triple aspecto: alimentos suficientes, sanos y asequibles.
Existe una honda preocupación por los sectores productivos en el campo mexicano para aprovechar las tierras que poseen y seguir haciéndolas producir con los alimentos básicos que han acompañado siempre la vida del pueblo de México.
En esta última segunda mitad del periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tiene que responderse con profundidad a la demanda de ejidatarios y comuneros que también han manifestado su preocupación por seguir aportando alimentos a la sociedad urbana. Existen inclusive, expresiones de agruparse los ejidos y comunidades en una Coordinadora Nacional para la producción y comercialización de alimentos. Guerrero, Estado de México y Querétaro han comenzado ya sus trabajos para lograr sus Coordinaciones Estatales de ejidos y comunidades. Y manifestado la defensa de la propiedad social y de la función social de la tierra en beneficio de todos.
Sobre estas dos autosuficiencias, la energética y la alimentaria debe fincarse el futuro a corto y largo plazo de nuestra gran nación.











