Daños en viviendas y cultivos, caminos y muros de contención destruidos por el poder incontenible del agua, están en el reporte de daños causados por la indolencia y desconocimiento de personal de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el mal desfogue de la Presa de Cointzio el pasado fin de semana. La escena es desoladora: se pueden ver casas aisladas por el agua en la Tenencia Morelos y alrededores, en imágenes de video levantadas con un dron se aprecia la magnitud del desastre.
El Comisariado Ejidal de Tenencia Morelos, encabezado por Javier Aguilar Vidales como presidente, la secretaria, Irais Sánchez Hernández; el tesorero, José Luis Silva Juárez y el consejo de vigilancia, a cargo de Homero Cervantes, con asesoría del abogado Guillermo Mora, alistan una demanda para exigir a Conagua el pago de los daños y perjuicios que ocasionó la irresponsable apertura de las compuertas de la presa de control de avenidas, que abastece del elemento a Morelia y los Distritos de Riego 1, 2 y 3 del valle Morelia-Queréndaro.
El ingeniero y ejidatario Guillermo Melgoza atribuye el desastre del desfogue a un inicial flujo de 20 metros cúbicos por segundo, que pasó a 35 por segundo en una muy mala decisión, que llevó al desbordamiento del Río Grande y, consecuentemente el derribo de árboles, bardas, diques y caminos, y el agua invadiendo hogares.
El torrente sorprendió a los habitantes de la zona, que ante la fuerza de la lluvia veían, incapaces de hacer algo, como el agua alcanzaba niveles de hasta 150 centímetros, dañando enseres domésticos; refris, estufas, camas y salas se sumaron a lo siniestrado por la fuerza devastadora del agua, que esta vez tuvo el permiso negligente de Conagua.
Ante la invasión del agua los moradores evacuaron sus viviendas en espera de regresar una vez que el agua se vaya por las coladeras y el subsuelo, la mala noticia es que las solitarias casas quedan a merced de saqueadores que merodean la zona para ver qué pueden “ganar” del río revuelto, además, el agua estancada se convertirá en un gran criadero de mosquitos.
De hecho, en un recorrido por las inmediaciones de la papelera, pudimos constatar como un joven con cara y brazos tatuados indagaba si alguno de los ejidatarios sería el “legítimo propietario” de una camioneta varada en medio del agua en la terracería rumbo a San Juanito Itzícuaro, “estos ya le echaron el ojo”, cuchicheó alguien tras alejarse el interlocutor, para reunirse con dos sujetos.
El torrente golpeó también el Balneario El Ejido, ubicado entre Tenencia Morelos y Cointzio, donde su propietaria lamentó afectaciones en una de las albercas y el chapoteadero, así como el área de juegos y la de acampar, donde el agua se estancó, en las bardas se podía apreciar el nivel que alcanzó el agua. Se especula que el sitio de recreación estará fuera de servicio durante un mes. “yo tenía miedo de que me aventara los ladrillos de la pared hacia adentro, era una fuerza impresionante”, declaró la propietaria, Irais Sánchez.
Cerca de ahí, al borde del Río Grande, un vecino levantó un muro de contención con piedra y cemento hidráulico a poco más de metro y medio en su altura, el cual cedió ante la fuerza del agua proveniente de Atecuaro y Santiago Undameo en un vendaval que, disminuido, fluía a una capacidad de 20 metros cúbicos por segundo el lunes 30 de septiembre.
Los ejidatarios lamentan la pérdida de sus cosechas, principalmente maíz, aseguran que la inundación no tiene precedente y que todo se debió a la negligencia y nulo conocimiento de los operadores de la presa, “dejaron que la capacidad volumétrica se agotara, y cuando llegó la tormenta fuerte decidieron desfogar, cuando no debían hacerlo”.
El agua liberada anegó también colonias de Morelia; Prados Verdes, Arriaga Rivera y Carlos Salazar, por mencionar algunas.