El pasado 14 de marzo, se conmemoró el 456 aniversario luctuoso del considerado guía espiritual y gran humanista Vasco Vázquez de Quiroga y Alonso de la Cárcel, mejor conocido como “Tata Vasco”; llamado así, por los humildes “Tarascos” a manera de veneración paternal. La doctrina y algunas enciclopedias definen el humanismo como una corriente o bien un movimiento desarrollado en épocas medievales europeas, pero atendiendo a una concepción más precisa, se considera como un conjunto de tendencias intelectuales y filosóficas destinadas al desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano, nacido con precisión en Italia y que se expandió por Europa durante los Siglos XV y XVI y cuyo método se basaba en el estudio de los textos antiguos.
En el contexto histórico, el humanismo siempre ha existido, sin embargo, México lo conoce y lo procura desde la participación que realizara la colonia española en nuestra tierra. La historia nos ha permitido conocer que siglos atrás, el humanismo se destacó esencialmente como un movimiento que enaltecía y procuraba el desarrollo del intelecto de nuestros antepasados y que procuraba darle un rumbo, destino, sentido y una y mil razones a la vida humana.
Desde luego que un digno representante de ello fue el llamado Tata Vasco (mote en calidad de padre), a quien algunas instituciones culturales del pueblo mexicano y primordialmente las instituciones michoacanas, le rinden homenaje los días 14 de marzo en cada aniversario luctuoso; ejemplo de ello, son los coloquios nicolaitas en su honor. La práctica del humanismo da valor a la persona humana como un ser impregnado de atributos que implican dignidad y con ello, encarna también el amor a la patria con una visión generosa.
Según investigaciones que manifiesta el propio CREFAL (Centro Regional de Educación Fundamental para la América Latina) en Pátzcuaro, la figura de Don Vasco, tan familiar en la región michoacana se ha difundido bajo el mito de “padre y benefactor de los indios” y sin el afán de poner en duda todo lo valioso que esta labor pueda significar, la obra de Don Vasco de Quiroga supera, y en mucho, a la de sus contemporáneos misioneros. Su visión social, educativa y religiosa lo coloca en un sitial difícilmente superable por cualquier filósofo-humanista de su época. Su concepción de la integración de una nueva sociedad novohispana y de los caminos a seguir para su logro mediante la educación, son tan vigentes como las declaraciones, principios y objetivos que impulsan actualmente a los organismos educativos de todos los niveles nacionales e internacionales.
La independencia y actitud racional de los seres humanos, posiciona la conducta de cada persona en un contexto capaz de procurar la convivencia empática, misma que permite promover y difundir el amor a la patria a través del civismo. Dedico las siguientes líneas al gran evangelizador español, mismas que forman parte integrante de la semblanza poética que en su honor se plasma en el apéndice poético del presente trabajo.
…Fue Don Vasco de Quiroga, hombre de alta conciencia,
estudioso del derecho y de la jurisprudencia;
un ferviente religioso, por sus orígenes vascos,
que vino a instruir la fe, a los humildes tarascos…
Cuando el ser humano engendre desde sus raíces generacionales el amor por sus semejantes, terminará siendo un cómplice más del grueso de la población que entrega sus valores y fraternidad por sus padres, sus compañeros de escuela y de trabajo, sus maestros y su patria. No obstante que no seamos de la misma comunidad o población a quien se le dirija la ayuda y buena fe, haremos el bien a semejanza de don Vasco de Quiroga, que para muestra legó hospitales y seminarios educativos. Hasta la próxima.