La comunidad agraria de Francisco I. Madero, en el municipio de Charo, también conocida como “El Pantano”, se vistió de fiesta, memoria y compromiso cívico al conmemorar dos fechas fundamentales: el 115º aniversario del inicio de la Revolución Mexicana y el 90º aniversario de la constitución de su ejido.

Este evento, considerado el segundo desfile más grande del municipio, se convirtió en un vibrante día de patriotismo, uniendo a escuelas y familias en un acto de profundo significado cultural y deportivo.


Desde temprana hora, la plaza se preparó para recibir a las contingentes de escuelas provenientes de la mayor parte de las localidades, consolidando una tradición que honra la sangre derramada por los campesinos que lucharon por la tierra contra el porfiriato y los grandes hacendados.

El acto cívico inició con un llamado a la reflexión, marcando la pauta para la jornada. El director de la escuela primaria local, Isaac González Rodríguez, enfatizó la urgencia de revalorar los principios que encendieron la lucha armada de 1910:
“Hoy más que nunca es necesario recordar los valores que se fortalecieron del movimiento revolucionario: libertad, igualdad, justicia social, educación y democracia,” expresó González Rodríguez. Invitó a la comunidad a hacer de la educación el camino a la libertad, pero a fortalecerla desde el hogar, el primer núcleo donde nacen los valores y el emprendimiento.
El director fue enfático al señalar a la niñez como la semilla más valiosa: “Cuidarla hoy es asegurar un futuro lleno de luz, justicia y esperanza.”
Los alumnos, vestidos con trajes alusivos a la época y a la cultura nacional, ofrecieron coloridos bailables y declamaron con fervor la emotiva poesía “México creo en ti”, preparando el escenario para el desfile.
El legado de los mártires y la tierra conquistada
El momento más emotivo de la mañana llegó cuando Bulmaro Ramírez Orozco compartió una profunda reseña histórica, vinculando la gesta revolucionaria con la historia íntima de la comunidad. Ramírez Orozco recordó la trágica muerte de su abuelo, Agustín Ramírez Pérez, y del señor Hilario Tapia, quienes fueron asesinados cobardemente por emisarios de los hacendados que se oponían a la distribución de las tierras de la Hacienda de Irapeo.

“Ellos fueron asesinados porque solicitaban en dotación estas tierras”
Sin embargo, el espíritu de la lucha persistió. Ramírez Orozco honró a otro grupo de campesinos, entre ellos Juan Camacho, Ezequiel Hernández, Emiliano Hernández, Jesús Bucio León y Tiburcio Sánchez, cuya perseverancia rindió frutos. Su nueva solicitud de tierras al gobierno federal resultó en que, el 3 de agosto de 1935, el General Lázaro Cárdenas, entonces presidente de la República, concediera por decreto presidencial las tierras suficientes para los campesinos.
El desfile, columna vertebral del evento, fue encabezado por el alcalde Gabriel Molinero Villaseñor, su esposa e integrantes del Cabildo, junto a los representantes del Comisariado Ejidal: Alejandro Calderón Chávez, Guadalupe Garnica Rojas y Manuel Calderón López, además del encargado del orden, Armando Ramírez.



La marcha fue una explosión de color, música y deporte. Más allá de la parada cívica, el desfile se convirtió en una celebración viviente del logro agrario. Los contingentes deportivos mostraron la vitalidad actual de la comunidad, mientras los vestuarios de época recordaban a Madero, Carranza y Zapata.
La comunidad celebró que, a 90 años de su creación, su ejido se mantiene firme.



















