La conmemoración del 90º aniversario de la constitución del ejido de Francisco I. Madero se convirtió en un eco de las demandas históricas del campo. En medio de los festejos cívicos y culturales, la voz de los campesinos michoacanos volvió a alzarse, no solo para recordar a sus mártires, sino para exigir a la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo que voltee al campo y garantice un precio justo para el maíz.


El orador principal, Bulmaro Ramírez Orozco, nieto de Agustín Ramírez Pérez —asesinado en la lucha agraria post-revolucionaria—, utilizó el marco de la celebración para pintar un panorama de los retos actuales que enfrenta el campesinado, desde el avance de la mancha urbana hasta la crisis hídrica.
Ramírez Orozco enfatizó que, aunque la comunidad celebra la conquista de la tierra, la sustentabilidad del campo mexicano pende de un hilo debido a factores económicos y tecnológicos. “El avance de la tecnología, la importación de granos transgénicos que son más productivos y que vienen de países donde los campesinos gozan de subsidios muy importantes,” lamentó.
El contraste que vive el productor mexicano es desalentador: debe iniciar la siembra comprando a precios muy elevados fertilizantes, insecticidas y fungicidas a empresas transnacionales. Una vez que superan estos obstáculos y obtienen una buena cosecha, la injusticia persiste.
“Sucede que los acaparadores e intermediarios les pagan los precios que a ellos se les antoja. Esto es injusto”
La comunidad de Francisco I. Madero se suma así a las protestas recientes de productores agrícolas mexicanos que han levantado la voz a nivel nacional exigiendo la intervención gubernamental. La petición central es clara: el gobierno mexicano debe establecer precios justos que verdaderamente garanticen la recuperación de la inversión y el trabajo invertido en la cosecha.
El llamado fue directo a la agenda de soberanía nacional, “Si un país quiere ser autónomo, quiere ser soberano, primero tiene que garantizar alimentos en la mesa. Sin campo, sin maíz, no hay país.”
Ramírez Orozco instó al gobierno federal a voltear los ojos a los productores agropecuarios del país, asegurando que, de no hacerlo, la nación “jamás será un país soberano.”
La demanda de justicia económica se entrelazó con la urgencia ambiental. Ramírez Orozco hizo un llamado a la comunidad a tomar acciones inmediatas para enfrentar la escasez de agua.
“Hay que cuidar los bosques para que tengamos más agua, hay que hacernos el hábito de que por cada árbol quemado o talado plantemos diez cada año y con ello logremos restablecer el clima en este nuestro bello país”.











