Hasta ahora muy poca atención se ha puesto a la actividad resinera en Michoacán. Sin embargo, frente a la presión que ejerce la expansión aguacatera a costa de los montes de coníferas y encinos, la cuestión de la resina debe de mirarse desde un una perspectiva estratégica.
En el fondo de la cuestión está la rentabilidad de los predios boscosos. Los dueños de ellos, pequeños propietarios, ejidatarios y comuneros, deciden qué hacer con sus montes a partir de la aportación económica que de ellos obtienen. Más allá de los vínculos culturales y místicos que los relacionan, la economía es su motor decisivo.
Que los bosques michoacanos estén siendo desmantelados para incrementar el desierto verde del aguacate, se explica por la exitosa presión económica que los inversionistas ejercen sobre los propietarios, para quienes la suma cobrada por la venta de 5 o 20 hectáreas es superior a los ingresos por sólo poseerlos. O bien porque el dueño ha calculado que sembrar oro verde en lugar de las coníferas le representará un ingreso superior.
Es decir, el bosque vale más en el horizonte aguacatero que en el horizonte del aprovechamiento regular. Y es que cuando el aguacate llegó ya los bosques estaban devaluados.
La ausencia histórica de una política eficaz que les permitiera a los poseedores de bosques obtener ingresos dignos, a la vez que conservaban y protegían la biodiversidad y las zonas de recarga freática, fue factor decisivo para que se quebrara la resistencia a la expansión aguacatera.
Cuando en 30 años hemos perdido más de la mitad de nuestros bosques y ya comenzamos a reconocer la gravedad ambiental derivada de esta crisis, las preguntas de por qué hemos llegado a este punto, deben pasar necesariamente por la revisión crítica de las políticas ambientales y forestales precedentes, para en función de ella replantear las actuales.
En esa misma perspectiva debe repensarse la política de desarrollo económico estatal y el papel que el sector forestal debiera asumir. Los bosques michoacanos son generadores de materia prima y el mayor valor no se queda en los propietarios. Se extrae materia prima y se valoriza por otros agentes de la cadena productiva. Esta es una debilidad fatal que quiebra la voluntad económica de los dueños de los bosques.
Los productos primarios que generan nuestros bosques son principalmente madera y resina. Y es interesante que en el último año la producción resinera se situó por arriba de la producción maderera. Miles de familias michoacanas obtienen la mayoría de sus ingresos por la raspa y colecta de resina.
La resina es un producto que hasta ahora aparece marginal en la mirada de las políticas de desarrollo económico estatal, no obstante que Michoacán aporta el 94 % del total de la resina que produce el país; un país que ocupa el quinto lugar mundial en la producción resinera.
Las potencialidades de los usos de la resina son extraordinarios, puede ser ni más ni menos el producto que sustituya a ciertos derivados del petróleo para producir una amplia gama de productos que van desde la medicina, las pinturas, los alimentos, hasta las tintas.
Países de la Unión Europea como España pretenden incrementar el número de bosques resinables para competir en el mercado global hasta ahora dominado por Brasil, Indonesia y Vietnam, ante la retracción productiva de China.
Si hoy día se quiere dar mayor valor a los bosques michoacanos de coníferas debe ponerse la atención en el mercado global de la resina y generar estrategias de acompañamiento a los productores poseedores para establecer condiciones de certidumbre que alienten la retención de los bosques y la no venta a los capitales aguacateros.
Para salvar a nuestros bosques una de las rutas económicas más claras es la de crear las condiciones para que el valor de la resina michoacana se posicione en un precio tal que sustente la vida de quienes son sus propietarios. Y en ello tienen un papel central las instituciones gubernamentales. Así como promueven el aguacate, que en un 50% es ecocida, deben promover la resina que está estrechamente ligada a la protección de los bosques.
La palabra la tiene el gobierno estatal pues ya cuenta con instrumentos de política pública definidos en el Plan de Desarrollo Integral del Estado de Michoacán 2021-2023, solo falta que los lleve a la práctica.
Por ejemplo, indica que “promoverá las prácticas de manejo forestal sustentable”, o, realizará acciones como “equilibrar la oferta y demanda de materias primas forestales, propiciando la legalidad en el mercado de productos forestales.”
Esto es muy importante en este momento ya que los precios de la resina se han desplomado entre enero y febrero más de un 50 % desalentando a los propietarios de bosques y motivándolos para venderlos a los capitales del aguacate.