Los bosques por un plato de lentejas

Durante siglos Michoacán fue reconocido por sus bosques y sus lagos. Todavía hace menos de 40 años esta riqueza natural era motivo de elogios. En función de ella prosperaron la economía y las creencias culturales y religiosas de quienes habitaron estas tierras.

El potencial económico de esta riqueza natural, sin embargo, no fue abordado de manera prudente, pensando en las futuras generaciones y en la capacidad de regeneración de bosques, lagos, tierras y ríos. Se abordó con tal desorden e imprudencia que en el presente esos bosques, lagos, ríos y tierras, se encuentran en franca agonía.

La aprobación del TLC hace 30 años y el retiro de la veda a las importaciones de aguacate por el gobierno estadounidense en 1997, detonaron la codicia de hacer dinero generando un desbocamiento de la producción aguacatera. La carrera delirante por producir aguacate tomó primero algunas tierras de pocos municipios, luego tomó los bosques y las aguas de otros hasta instalarse en la mayoría.

 El caos con que ha crecido es un hecho reconocido e inobjetable. Los daños ambientales que su expansión ha ocasionado, por más que pretendan ocultarse por campañas publicitarias pagadas por los beneficiarios de este negocio, están ahí y sus consecuencias sobre la calidad de vida de la población son cada vez más desastrosas.

El paisaje histórico de ciudades y pueblos cercados de bosques templados y bordeados de ríos y lagos ha sido desplazado en los últimos dos decenios por extensas huertas aguacateras, hoyas captadoras de agua y pozos a granel. La fiebre aguacatera ha contagiado a un amplísimo sector de la economía estatal y foránea que afanosos han trasladado sus capitales a este negocio, haciéndola crecer en 2023 hasta un 15 %.

El poder que este negocio ha construido es portentoso. Sus exportaciones rebasan los 3 mil millones de dólares. Un poder de este tamaño ha generado una cápsula de acero, de blindaje e impunidad, de cara a la miríada de delitos ambientales que se cometen para producirlo. Es tal el nivel de protección-impunidad que hasta la fecha ni el gobierno federal ni el estatal han podido frenar ni siquiera en un 1 % el cambio de uso de suelo o en ese mismo porcentaje la apropiación (privatización) de aguas.

Cuando en el 2021 se negoció el T-mec los gobiernos (el mexicano, el canadiense y el estadounidense) convinieron en el capítulo 24 las condiciones para garantizar el respeto al medio ambiente y la aplicación de criterios de sostenibilidad en los productos a exportarse. Al hacerlo reconocieron el problema, no obstante, dicho capítulo no tuvo ningún valor real, al menos para la producción aguacatera que se exporta.

El informe de Climate Rights International (CRI), publicado en noviembre de 2023, identifica a las empresas comercializadoras que compran aguacate procedente de huertas con cambio de uso de suelo en Michoacán y los puntos de venta en empresas como Walmart. Ni al gobierno estadounidense ni al mexicano les interesó en estos tres años hacer valer la ley e imponer una certificación ambiental obligatoria y sin simulaciones. Hasta ahora nada anticipa que la revisión del T-mec que inicia en 2025 pueda derivar en mejores regulaciones ambientales. La poderosa burbuja de acero que los protege no tiene, hasta ahora, una sola abolladura.

Por el contrario, la expansión aguacatera a costa de bosques y aguas avanza viento en popa. De acuerdo con datos de la Secma de 2018 a 2024 se han detectado alrededor de 30 mil hectáreas con cambio de uso de suelo. La tendencia de cambio de uso de suelo para los siguientes meses es preocupante. En este año la dinámica de incendios forestales fue impresionante, de acuerdo con el Concentrado Nacional de Incendios Forestales, Michoacán alcanzó una afectación de 74 828 has., derivada de 847 incendios. La cuestión es que por lo general la mitad de estas superficies terminan en cambio de uso de suelo para cultivar aguacates.

En zonas donde la crisis hídrica por sequía generó en los meses pasados tensiones sociales como en Madero, el cambio de uso de suelo y la construcción de hoyas ilegales continua sin consideración y sin freno, hasta 3 por mes. Deberá reconocerse que al sector aguacatero ilegal las convocatorias gubernamentales a colaborar para evitar que se agrave el problema del agua les importa una pura y dos con sal.

Para ellos el hecho comprobado de que la microcuenca hídrica de Madero, Curucupatzeo, Carácuaro, ya esté agotada porque es mayor la demanda de agua que la infiltración, les tiene sin cuidado. Y si ocurre la protesta social, como ya ha ocurrido, se victimizarán y culparán a los reclamantes de entrometidos y de afectar el interés privado privada.

La alucinación que ha generado el oro verde nos está resultando demasiado cara a los michoacanos. La pérdida de bosques y aguas y el extravío de la sostenibilidad nos tienen en un presente crítico y nos pinta un futuro desalentador. Por un plato de lentejas, empresarios y gobiernos, aceptaron entregar el futuro de nuestros bosques y aguas, el futuro de nuestra vida, a la máquina de hacer dinero. Como toda carrera caótica, desgobernada, la del aguacate, solo podrá terminar con la implosión de las propias contradicciones que está generando.

¡Todo se mueve! ¡todo podría ser peor! diríamos parafraseando a algunos pensadores.