El poder desgasta y más cuando se quiere ejercer el poder absoluto, las diarias apariciones presidenciales, duraron muy poco tiempo siendo un espacio para la libre interpelación o el análisis de los hechos más delicados e importantes del país, de una conferencia de prensa, “la mañanera” se convirtió rápidamente en una sesión de monólogos propagandísticos, el “tener otros datos”, cerró por completo, cualquier posibilidad de cuestionar.
En las últimas semanas, temas tan sensibles como el desabasto de medicamentos, la corrupción en la Guardia Nacional, el propio desfalco en la CONADE, el “sorteo” del avión presidencial y desde luego la poca sensibilidad y la aplicación de políticas certeras y efectivas para combatir los feminicidios, son situaciones que le han costado popularidad al mandatario federal.
Pero quizá el tema toral no es la popularidad, ni los puntos caídos en la aceptación del mandatario, me parece que lo importante para todos los mexicanos, son los asuntos que le han restado simpatía al presidente entre la población, ninguno es tema menor.
Tampoco el asunto de la rifa no rifa, del avión que no será avión, resultó ser el gran distractor como se esperaba, el tema de fondo es la conciencia que están tomando muchos mexicanos sobre el actuar del gobierno federal, los hechos concretos, la insultante violencia general y en particular contra los grupos sociales más vulnerables, crece día con día, los casos de corrupción también son tema importante y desde luego el desabasto de medicamentos, todos son asuntos que han calado fuerte en el ánimo social.
A todo esto, la respuesta del presidente no puede ser mayor ejemplo de cual es centro de sus preocupaciones: “el día que el pueblo no me quiera me voy”, así de sencillo, no existe ni ha existido un reconocimiento a un rumbo o acción equivocada, a una omisión o una insensibilidad, no existe en el discurso reconocimiento a la falla, solo la preocupación máxima por mantener alto su nivel de popularidad
El último de la fila
Ahí, justo al final de la fila es donde se debe ubicar en orden de responsabilidades, al técnico de Monarcas, Pablo Guede, la monarquía va dando tras pies en el torneo, una de cal por varias de arena y aun así, el equipo siempre deja la sensación de que sabe a lo que juega, de que el trabajo en la semana se entendido bien.
Pero, y aquí viene él pero, palabra terrible, el gran “pero”, es que el futbol siempre y en todos los equipos del mundo, pasa por la calidad de los jugadores, en Monarcas, por ejemplo, hay líneas en el campo, donde la calidad o la falta de la misma es más que evidente, Morelia no tiene delanteros de poder y eso se paga partido a partido. Y antes del desempeño del jugador esta en cancha, está la directiva que contrata de acuerdo a sus capacidades y conocimientos,
Si se piensa que un cambio de entrenador sería la solución a los males de la monarquía, nada más lejos de la realidad, el trabajo de Pablo Guede ha hecho que su equipo no pase de ser un equipo chato a un cuadro desdibujado y sin orden, un equipo que corra el riesgo de ser goleado en cada jornada, por el contrario, Monarcas se sigue manteniendo estable.
Esto quizá para el aficionado no es consuelo, pero en términos de futbol, Morelia, está en la competencia, con sus virtudes y palpables carencias, sigue siendo rival partido a partido y no se ha convertido en un cheque al portador.