A pesar de la falta de recursos económicos, bajos presupuestos y escasa infraestructura para la investigación, “aun en tiempos de crisis”, los investigadores del INIFAP han logrado desarrollar más de 230 variedades de maíz, frijol, arroz y soya, cultivos estratégicos para México, las cuales están disponibles para los agricultores, lejos de los criterios mercantilistas de las grandes empresas trasnacionales que “abusan” del uso de registros y patentes para cobrar regalías a los agricultores.
El investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), Alfredo Josué Gámez Vázquez, enfatiza que, pese a que en inversión y recursos disponibles la diferencia entre esta institución pública y las trasnacionales es abismal, el organismo participa con 41 de los 67 cultivos agrícolas que usan variedades mejoradas en México.
El organismo ha logrado desarrollar 619 genotipos mejorados en 41 especies, además de tecnologías para la producción. Aporta 85.8% de las variedades de frijol que se siembran en nuestro país; 96% en arroz; 94% en avena y 65% en trigo. Hace cuatro años producía 100% de materiales mejorados de cebada para la industria y hoy mantiene 53%, Heineken 26% e Icamex 10%.
En maíz las empresas “sí nos llevan de calle”, reconoce Alfredo Josué Gámez, ya que en el mercado de semillas Corteva capta 33%, Bayer 31% e INIFAP 10%. En México, recuerda, el mercado de semillas mejoradas es de mil 850 millones de dólares (mdd), de las cuales 500 mdd son de maíz y 330 de hortalizas.
Durante las últimas dos décadas, dichas firmas han logrado inscribir un número “sorprendente” de registros en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales (CNVV) donde sólo en maíz Pionner cuenta con 447 variedades, de las cuales 164 tienen Título de Obtentor (TO); Seminis registra 453 con 47 TO; el INIFAP tiene 156 con 36 TO. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) cuenta con 93 variedades y cero TO y el Colegio de Postgraduados 46 y 4 TO.
Pese a la disparidad en inversión entre las grandes firmas y la investigación pública de México, en últimos 15 años el INIFAP desarrolló más de 39 variedades de frijol, 21 de ellas cuentan con TO y cinco están en proceso obtenerlo. En arroz tiene 23 variedades, generadas en los últimos 20 años, 11 de ellas cuentan con TO. De soya ha desarrollado 15 variedades, cuatro de ellas con TO. Todas las tecnologías están inscritas en el CNVV del 2005 al 2020.
El doctor Alejandro Espinosa Calderón, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, enfatiza que con estos datos queda demostrado que es “una reverenda mentira” decir que no se habían desarrollado variedades de frijol, arroz o soya en México, como lo afirmó el diputado Eraclio Rodríguez Gómez, para justificar cambios a la Ley Federal de Variedades Vegetales y que México se adhiera a la UPOV-91.
Para el integrante del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel III), nada más equivocado que el legislador afirme que el Acta 91, favorecerá contar con semilla de calidad, “como diputado está obligado a conocer con certeza que antes no había apoyo para las variedades mexicanas de soya y que se promueven las transgénicas, que además requieren glifosato, que es muy tóxico”.
El también investigador del INIFAP –hoy con permiso— remarca que lo que se requería en diversos cultivos básicos es que administraciones pasadas y el SNICS realizarán programas de producción de semillas de calidad y de abastecimiento para que los agricultores elevarán la producción y poder ser autosuficientes.
Importante participación del INIFAP en cultivos básicos
Gámez Vázquez, quien trabaja en mejoramiento genético y producción de semillas en el Campo Experimental Bajío del INIFAP, señala que “nuestros materiales pueden ser tan competitivos como los que generan las grandes firmas, aun con toda la tecnología y recursos que ellos aplican”.
Por ejemplo, en maíz un costal de semilla de Bayer-Monsanto cuesta 2,700 a 3000 y de INIFAP de 1000 a 1600. Y mientras ellos comercializan bultos de 60,000 semillas; nosotros de 25 kilos por hectárea, que es lo que siembra un productor promedio; no todos tienen maquinaria, algunos usan pala o yunta. Nos adaptados a sus necesidades.
Igual, resalta, si las semillas de estas empresas las llevamos a ambientes donde nosotros trabajamos, no van a prosperar, “truenan”, porque el medio ambiente no es adecuado y no alcanzan los rendimientos que prometen. Ellos ofrecen híbridos que el primer año rinden muy bien, pero para el segundo no se pueden reutilizar, y en algunas semillas nuestras esto sí es posible.
Para dimensionar hay que decir que los ingresos globales de Corteva ascienden a 27 mil 421 mdd, con 64,000 empleados; los de Bayer son 15 mil mdd con 25,500 empleados y el INIFAP generó en México 77.4 mdd con 1,782 empleados. “Es un mundo de diferencia, ellos atacan cultivos como flores, hortalizas y maíz, donde pueden sacar mayor beneficio”, asevera el investigador.
Trasnacionales abusan de patentes
Josué Gámez considera que las grandes trasnacionales con criterios mercantilistas tienen la necesidad de asegurar su propiedad intelectual, producto de la investigación científica lo cual es así; el punto es que están abusando de las patentes, porque si el productor que está a cinco kilómetros de donde se siembra un material con sus genes, cuando el polen viaja por el aire o mediante polinizadores, la empresa lo puede demandar.
“En afán de querer recuperar su inversión faltan a la ética y a los derechos del agricultor, porque en esencia estas firmas se llevan los genes, los recolectan, hacen mejoramiento y regresan con un material patentado o registrado, y como nosotros no tenemos la cultura de patentar, nos quieren cobrar regalías o prohibirnos el usar alguna semilla en siguientes generaciones”.
El experto subraya que, en contraste, el hecho de recolectar en un territorio implica que esas grandes empresas debieran repartir utilidades a productores donde recolectaron esos maíces; pero esto nunca ha sucedido.
Gámez Vázquez reflexiona que el gran problema de las patentes es que en Europa no es lo mismo descubrir que inventar y en Estados Unidos sí. “Quieren patentar genes que en otros lados no esta permitido; sí lo inventas de acuerdo te costo, es algo nuevo, diferente; pero si solo lo colectas y transfieres a otro genoma, que sin duda tiene su mérito; no debe ser de forma tan abusiva”.