Una gran impotencia y con el sentimiento de saberse relegados, padres de familia de las comunidades de Arúmbaro, El Palmar y la tenencia de La Escalera, en el municipio de Charo, exigen la presencia de maestros para reabrir las escuelas que llevan años cerradas y en abandono.
Al realizar un recorrido en la parte alta de Charo, Encuentro pudo constatar la ausencia y el desprecio de los docentes que en teoría han sido comisionados a la zona, pues en algunos casos llegan por un par de semanas y sin decir más ya no regresan, otros siguen cobrando sin presentarse.
La comunidad dice haber tratado de maravilla a los maestros: les ofrecieron comida, hospedaje y transporte a pie de carretera, pero eso ha sido hasta ahora insuficiente para los docentes, que evidencian en los hechos su falta de vocación.
Niñas y niños se quedan en casa y los de mayor edad deben ayudar a los mayores en las labores del campo, pero son los adultos quienes se muestran más angustiados, pues a diferencia de ellos quieren que sus hijos aprendan a leer y escribir para tener una mejor vida.
La Escuela Primaria Rural Narciso Mendoza, ubicada en El Palmar, llevan un año sin maestro, hay una veintena de alumnos, pero se presume que habría muchos más que ya ni siquiera se acercan a la escuela al saber que no hay clases.
En la Tenencia de La Escalera la misma situación viven los alumnos de la Escuela Primaria Sor Juan Inés de la Cruz, donde suman dos años sin docentes, es una escuela multigrado, es decir, un docente atiende todos los niveles educativos.
Los padres de familia se organizaron y visitaron de manera directa a las autoridades educativas, pero solo tuvieron falsas promesas. “Dijeron que en 15 días mandarían a un maestro, pero nada”.
Incluso los padres de familia señalan como aviadores al profesor Abimael y la maestra Aidé Martínez, que a pesar de cobrar su nómina no se presentan a laborar.
El caso más grave es Arúmbaro, una comunidad de muy alta marginación, donde para llegar hay que cruzar casi cuatro kilómetros de terracería. Ahí son ya tres años sin maestro, las aulas se cerraron con la pandemia y así continúan.
Casi 40 niños y niñas están a la espera de que se retomen las clases, incluida una pequeña que camina desde Los Limones, otra localidad ubicada a 30 minutos a pie.
Para estas familias no hay opción, no hay otra escuela o maestros a quien recurrir. Tan cerca de la capital del estado y tan lejos del bienestar, aun así los pobladores dicen estar dispuestos a marchar y cerrar calles en Morelia para exigir el derecho a la educación que hoy se les niega a sus hijos.
Pero las comunidades “apartadas” no son las únicas que padecen la falta de maestros; en la propia cabecera municipal de Charo, en la Escuela Benito Juárez, el director de la institución debe atender dos grupos.
También en Zinapécuaro, recientemente en la entrega de paquetes escolares que hizo el alcalde Alejandro Correa, la maestra Adriana Patricia Romero, de la Escuela Primaria Juan B. Figueroa, evidenció la falta de docentes al menos por los últimos cinco meses. “Eso le corresponde a la Secretaría de Educación Pública, pero le pido a las autoridades tomen cartas en el asunto”.