El síndrome del nido vacío es un sentimiento de tristeza y pérdida que experimentan los padres cuando el último hijo se va de casa. Puedes animar a tus hijos a ser independientes, pero la experiencia de dejarlos ir puede ser dolorosa.
El síndrome se presenta también en el padre de familia cuando se va del hogar temporal o definitivamente, es una situación que muchas veces no es muy tomada en cuenta, pero se da con cierta frecuencia en personas que emigran a otro estado o país, generalmente Estados Unidos, donde radican más de 4 millones de michoacanos, poblacionalmente otro Michoacán, aunque se especula que el 40 por ciento de connacionales termina por regresar a casa.
En entrevista, la psicóloga Elsa Verónica Sánchez Tena nos explica que debido al fenómeno migratorio se dice que los mexicanos somos “familias muégano”, ya que siempre estamos juntos, pero en algún momento el fenómeno migratorio nos separará. Cuando alguien se va “al otro lado”, llega un momento en que le invade la nostalgia y pueden presentarse cuadros depresivos, que muchas veces quienes los padecen ven como algo muy desagradable, lo que los puede orillar a regresar a casa, con los suyos.
“Y regresan porque se sienten fuera de lugar, es como salir de su zona de confort, y no se dan la oportunidad de buscar en otras personas el acompañamiento que les hace falta”, extrañan a su familia, las costumbres de su tierra y la religión, incluso la comida; muchas veces es importante el reconocimiento de la situación en que se encuentran, sostiene Sánchez Tena.
También está el hecho de que los mexicanos somos muy apapachadores, ello hace que extrañemos el apapacho de la mamá, la hermana o el esposo, lo que nos lleva a buscarlos constantemente, a través de llamadas telefónicas o videollamadas, que recurrentemente son síntomas de que la persona no se adapta al medio y a estar lejos de su familia, “entonces deciden regresar y no se arrepienten de hacerlo, ya que se encuentran en su casa nuevamente”.
En contraparte, hay personas que se sobreponen al nido vacío, o lo que entre “la raza”, como se autodenominan los mexicanos que se encuentran del otro lado del río Bravo, suele llamar el “síndrome del migrante” o del mojado, algunos ganan la batalla aprovechando el trabajo como herramienta para superar la depresión, piensan en sus hijos y esposa, en sus padres si los tienen, “su familia se convierte entonces en una vitamina para seguir luchando. Se motivan”.











