Yuritzi Anahí Maldonado Scott nada actualmente cuatro veces a la semana, pero hasta hace dos años ni siquiera hacía deporte de manera regular. Llegó a la alberca no para aprender a nadar, sino como terapia de rehabilitación, luego de una operación en la que le retiraron tres hernias discales de su columna vertebral y tras la cual, recibió un pronóstico aterrador: quizá no volvería a caminar.
“En enero del 2021 me contagié de COVID-19 y duré 17 días en cama. Cuando me quise reincorporar, no pude hacerlo, mis piernas no me sostenían, por lo que de inmediato fui a consulta con el médico familiar y me refiere al área de traumatología del IMSS, donde me hacen toda una serie de estudios como radiografías, tomografías, etc”, comparte Yuritzi Anahí, una mujer hoy de 41 años de edad, a quien le apasiona viajar.
“Me diagnosticaron tres hernias discales y los doctores me dijeron que probablemente la COVID-19 había sido mi detonante, porque en esos 17 días se botó un disco de mi columna que me dejó sin caminar durante cinco meses, en los que no me podía mover para nada absolutamente y estaba en cama, completamente”, comparte, por un costado de la alberca del IMSS Morelia, a donde acude ahora a nadar para mantener fuertes su cuerpo y mente.
“Así estuve todo ese tiempo, hasta que pude tener una cita aquí en Morelia, porque me habían referido a Guadalajara, pero allá nunca hubo espacio, debido a la pandemia por la COVID-19, así que en el mes de julio me operaron en Morelia -agrega-. Mi diagnóstico era reservado; me iban a poner dos placas, ocho tornillos, una bayoneta y un injerto, pero después me operó otro doctor que me dijo que no era necesario, porque aún estaba joven como para aguantar todo esto, así que me quitó el disco, me recortaron con una disectomía y un recalibraje de discos que me ayudó bastante, porque ya no tenía tantos fierros en mi cuerpo”.
El pronóstico nada alentador –dice-, la obligó a sacar toda la fortaleza de que era posible y que quizá no sabía que tenía. “Empecé a pensar muchas cosas sobre toda mi vida, porque dejar de caminar implica muchas cosas y cambia tu vida completamente, porque ni todo el dinero del mundo puede cambiar eso. Soy una persona muy activa, tengo mi trabajo, mi negocio, me encanta viajar y entonces dije: qué me está pasando, con un diagnóstico reservado y es que me dijo el doctor que probablemente no podría caminar ya después”. Terribles noticias que paralizan a cualquiera.
“Se llegó el cumplimiento de toda mi incapacidad y me mandaron a Medicina del Trabajo, donde una doctora me dio un pase para venir a Higiene de Columna en la alberca, donde probablemente eso me iba a ayudar bastante”.
Y así fue, porque considera que gracias a su esfuerzo, a los ejercicios en el agua que le puso el LEF Francisco Hernández, volvió a caminar con normalidad: “Gracias al trabajo en la alberca, que me ayudó bastante, camino, porque yo llegué con andadera; me metían a la alberca, hacía mis ejercicios y eso era los martes y jueves de cada semana y, pues gracias a los doctores y a mi maestro Francisco, de la alberca pude salir caminando después de dos periodos en que estuve viniendo. Además, cuando recién me operaron, me dieron también sesiones de electroterapia en Charo y eso también, por supuesto, que me ayudó a recuperarme”.
Y ahora, la natación ya es parte de su vida, forma parte esencial en su rutina cada semana. “Actualmente nado cuatro veces a la semana, sigo viajando, sigo trabajando, haciendo una vida normal, pero con muchos cuidados, pero me siento muy contenta y muy agradecida con Dios, con la vida, con todas las personas que ayudaron a recuperarme; con mi madre (María Elena Scott) que me cuidó, mi familia, amigos y, por supuesto con el IMSS”.
‘Un shock en mi vida’
Yuritzi considera que aunque fue terrible lo que padeció por su enfermedad, no todo fue negativo y hubo aspectos que aprendió a valorar. “Mi enfermedad fue un shock en mi vida, pero eso me hizo abrir conciencia para muchas cosas, valorar mucho mi vida”.
Por esa razón, quiso compartir su historia con quienes actualmente estén pasando por una circunstancia similar, de lucha personal contra la vida: “siempre que despertemos digamos: ‘gracias’, por cada amanecer y tratemos de cuidarnos siempre; yo no siempre hice deporte, ahora con esa experiencia y necesidad ya lo hago. Nuestra actitud ante la enfermedad es fundamental, el hecho de querer vivir y salir adelante, es importante, seguir luchando hasta el final. Hagamos caso a los doctores y especialistas que nos están ayudando y podremos salir adelante. Para mí, el 50 por ciento de mi recuperación fue mi cirugía y mis cuidados, pero el otro 50 fue la alberca, la natación y los ejercicios; la rehabilitación fue fundamental, creo que para este tipo de enfermedades es muy elemental, y ahora yo camino y bailo, viajo, hago muchas cosas después de que el pronóstico era que no iba a volver a caminar”.
Y así, el viaje de Yuritzi Anahí continúa, pero ahora disfrutando más la vida, porque a fin de cuentas, es una guerrera que libró y venció en dos batallas: contra la COVID-19 -que se llevó miles de vidas- y contra las hernias que atrofiaron su columna, pero no su espíritu de lucha que hoy la tiene de pie, viajando y disfrutando con su madre.