El aire en los márgenes del Lago de Cuitzeo se ha vuelto denso, no solo por la humedad que regala la poca agua que ha logrado recuperar el vaso, sino por el inconfundible y penetrante aroma de la flor de cempasúchil. La cuenca se ha vestido de gala: la cuenta regresiva para la Noche de Muertos ha comenzado, y con ella, el vibrante espectáculo de la cosecha y venta de las flores que guiarán a las almas.
Desde la comunidad de Arúmbaro, en Copándaro, hasta Chucándiro, las orillas de la carretera se han transformado en un auténtico mercado de temporada. Aquí, los productores locales, con la paciencia forjada por años de tradición agrícola, aguardan a sus clientes.

Campos de color naranja intenso, blanco níveo de la “nube” y el profundo púrpura de la “pata de león”, esperan desde las primeras luces del alba hasta que cae la noche.
El camino que bordea la ribera de Cuitzeo luce hoy en día una belleza espectacular. El paisaje es una sinfonía de colores vivos y movimiento constante, con parcelas de maíz y cultivos de cebolla.



Las camionetas cargadas de flor son una constante provenientes de cada rincón de la geografía michoacana, arriban con un solo objetivo: llevar la preciada flor que adornará panteones y vestirá ofrendas, cumpliendo con el ritual ancestral de dar la bienvenida a los seres queridos.

Pero no todo es comercio. La explosión cromática de los campos y los manojos dispuestos sobre petates es un imán para los visitantes. Turistas y curiosos se dan cita no solo para comprar, sino para apreciar y capturar los paisajes, buscando la foto perfecta que encapsule la magia de esta época. Entre pilas de flor a menudeo y a mayoreo, la tradición se mezcla con el espectáculo visual.
Don Emigdio Acosta es uno de muchos que no dejan de sembrar la tierra, a pesar de que las ventas ya no son como antes, sin embargo, quiere heredar a sus hijos el amor a la tierra.

“Las tierras no debe uno venderlas, esas se heredan a los hijos y los nietos para preservarlas, hay que cuidarla, porque da mucho que comer; el chiste es tenerle amor a la tierra”.
En Copándaro, la venta de cempasúchil es más que una transacción: es el preludio festivo de la celebración más importante del estado, un tapiz vivo que honra a la memoria y recuerda a todos que, en Michoacán, la muerte también se celebra con color y aroma.






Así luce el centro de Copándaro, Michoacán. en esta época del año.











