Responsabilidad y esperanza, en pandemia, Fase 3

Seguimos viviendo días extraordinarios de dificultad, de contagio, de miedo, de incertidumbre y de confusión, causados por esta pandemia del Covid-19, y hoy más que nunca estamos llamados a mantener el cuidado de nuestra salud y la de los demás, nos desafía el hecho de que a nivel nacional estemos en rojo según el semáforo epidemiológico.

En esta contingencia los sigo invitando a seguir participando en la Eucaristía y demás sacramentos de manera privada y presencial, cumpliendo todas las normas sanitarias necesarias; y también conozcamos y utilicemos todas las plataformas digitales que ofrecen la oportunidad de tener los encuentros de manera virtual.

Es muy importante que nuestra contemplación y oración fortalezca nuestra relación con Cristo y le pidamos la gracia de descubrirlo, atenderlo y amarlo en los hermanos, especialmente en los que más sufren. Nuestro encuentro con Cristo y nuestra paz interior nos dará la gracia de convertir esta pandemia en tiempo favorable para estar más atentos al Señor Jesús, que vive y sufre en el hermano. De esta forma podremos descubrir formas siempre nuevas y creativas de solidaridad, fraternidad, responsabilidad y caridad, que ayuden a construir el Reino de Dios, Reino de justicia, de verdad y de paz.

En este tiempo de pandemia, no nos envolvamos en la resignación, ni en la rutina, ni en el conformismo, menos en la confrontación y agresividad. El Señor Jesús está con nosotros. Seamos hombres de fe firme, esperanza alegre y amor hasta el extremo. Gracias a todos los que han colaborado como autoridades civiles, como iglesias y como sociedad civil para cuidarnos unos a otros y ser solidarios con quienes sufren las consecuencias de la pandemia, invito a seguir comprometidos más que nunca.

Los exhorto a orar por todos los médicos, enfermeras y enfermeros; estemos pendientes de su atención y cuidado, procuremos su descanso y salud, a todos los que laboran en los hospitales y sectores de salud, a todos, mi respeto, gratitud, oración y admiración. Los animo para seguir siendo testigos del amor, a descubrir en las llagas del que sufre la presencia del Señor. Como Iglesia y con las autoridades, la sociedad civil, las demás iglesias, desde Cáritas y la Pastoral de la Salud, seguiremos ofreciendo nuestro acompañamiento y solidaridad a todo el personal de salud.

También oremos por todos aquellos que por diversas razones no han podido “quedarse en casa”: policías, bomberos, militares, recolectores de basura, empleados en los distintos servicios de primera necesidad… gracias por su entrega alegre y responsable, que el cuidado que tengan de ustedes mismos y de los demás, sea el ejemplo para todos.

A todos los padres de familia, jóvenes, adolescentes y niños, los llamo a descubrir y vivir la belleza de la familia en la caridad, a ser generosos con los más necesitados, a vivir esta experiencia de “responsabilidad propia y de favorecer la ajena” como una oportunidad de crecimiento en el amor. Con gran cariño y ternura cuidemos a todos nuestros adultos mayores que ofrecen la sabiduría y la experiencia a nuestros hogares, valoremos y protejamos a los más vulnerables y seamos responsables y empeñosos en el cuidado de nuestra propia salud. Vivamos nuestra fe, acrecentemos nuestra esperanza y manifestemos la caridad en obras concretas de misericordia.

En esta etapa de la pandemia sigamos unidos en la oración y la responsabilidad, encomendémonos a la protección y ternura maternal de Nuestra Señora de la Salud.

Carlos Garfias Merlos
Arzobispo de Morelia
Vicepresidente de la CEM