Codicia

― ¡No!, ¡esta huerta es para venderse! Siempre hay alguien con mayor codicia que comprará estas hectáreas y que al paso de los años buscará recuperar con la venta de la producción.

Son alrededor de cinco hectáreas que han sido taladas y en las que se ven las plantas de aguacate que contrastan con la tierra muy blanca del suelo de tierra polvilla. Aquí y allá están desperdigadas las ramas y troncos de pinos, encinos y madroños todavía verdosos, señal de que fueron cortadas hace apenas días o semanas.

Llama la atención que las cinco hectáreas se extienden por una ladera con inclinaciones de hasta 75 grados. Tan empinada es la cuesta que se requiere destreza singular para bajarla o subirla.

―Pueden ver que los árboles de aguacate que están siendo sembrados son criollos. Quiere decir que luego serán injertados. Son criollos porque tiene mayor probabilidad de sobrevivencia. Por eso le digo, esta huerta la están haciendo para la venta.

―Esta tierra polvilla, casi arenosa, necesitará de muchísima agua porque no tiene las cualidades para retener la humedad que necesitan los aguacates; y para subir el agua hasta acá ocuparán de una enorme inversión para sacarla de los escurrimientos que alimentan a los pueblos de Moreno y de San Diego Curucupatzeo.

El dinero, sin embargo, parece no ser el obstáculo. A la mitad de la inclinada falda trabaja una retroexcavadora que va construyendo penosamente una brecha que pretende establecer niveles para operar el plantío. Serán semanas las que se ocuparán para comunicar la punta del cerro con el fondo del barranco. El costo será de decenas de miles de pesos.

Para llegar hasta este sitio, el Puerto Barrido, se debe transitar durante más de una hora por una brecha afectada por las lluvias de este verano. El lugar, como la mayor parte de la serranía de Madero está oculto a los ojos de una población distante. Si no hay ojos que vean tampoco hay voces que denuncien, parece ser la premisa de los taladores y sembradores de huertas.

A escasos kilómetros están las huertas ilegales de Coalcomecas, denunciadas hace más de cinco años y que siguen en pie, prósperas y desafiantes con sus primeras cosechas. También están las huertas de el Gavilán, denunciadas hace más de dos años, intocables y rozagantes.

En esta zona de Madero ―al sur oriente de Villa Madero― es la nueva ruta de crecimiento del aguacate ilegal. La mancha del cambio de uso de suelo que ya cobró una gran cantidad de hectáreas de bosque en la ruta de San Pedro, ahora se desplaza con vigor hacia Moreno, apoderándose de pequeñas cañadas y sus aguas.

La huerta en este desfiladero es el testimonio más lamentable de la codicia aguacatera. El nombre del lugar ha profetizado su destino: Puerto Barrido. Y eso es lo que se observa, el bosque ha sido barrido sin piedad en distintos predios.

La tala y el retiro de la cubierta vegetal han ocasionado un deslave que se ha llevado ya la parte poniente de esta huerta.

Quien mire este paisaje y le de seguimiento a su historia ―que seguro se parecerá a la de Coalcomecas, a la de San Pedro … la Pizarreña o las Carboneras―, concluirá sin dudar, que acá tampoco existen las leyes ambientales y que la justicia con el mismo adjetivo sigue durmiendo el sueño de los justos.

La impunidad ha sido el permiso consentido que la autoridad ambiental le ha otorgado a los aguacateros y talamontes ilegales. Es el guiño perverso que desde el poder se hace para que los abanderados del progreso del oro verde hagan con los bosques michoacanos lo que les de su regalada gana. De nada sirve hegemonizar el discurso ambiental si no hay acciones, y si no hay resultados.

En vano las solicitudes formales reiteradas de los ambientalistas de Madero para instalar de manera urgente en el municipio la Mesa de Seguridad Ambiental. En vano el anuncio gubernamental de su constitución a inicios de este año.

A excepción de algunas dependencias, las demás ni han escuchado y mucho menos han tomado acciones para detener y revertir el ecocidio permanente que se viene realizando en la sierra de Madero.

Puerto Barrido es sólo un ejemplo, entre otros muchos, del caos y ausencia de ley que impera en el municipio y en el resto de Michoacán.

Como en todos los casos denunciados insistiremos en que deben, conforme a la ley, regresar a su condición de bosques para reactivar los ecosistemas destruidos y asegurar el futuro de los maderenses y su derecho humano a un medio ambiente sano.

Y lo seguiremos haciendo hasta que la vida nos alcance.